Actividad sexual

Entre las numerosas posibilidades del ser humano esta la de expresarse sexualmente. Por tanto, se dice que la actividad sexual es una forma de comunicación. Sin embargo, esta afirmación, con ser cierta, no es suficiente ya que olvida otras connotaciones importantes de la sexualidad, entre ellas la de que es también una fuente de placer. A menudo se utilizan las expresiones de «placer genital» y «placer sexual» para diferenciar la mera satisfacción de un instinto biológico de lo que es la relación sexual con otro ser humano.

En muchos aspectos esta distinción es correcta, pero resulta peligrosa porque en la práctica ambos placeres se dan juntos y es materialmente imposible separarlos.

La relación interpersonal, o el amor si se quiere, es algo extraordinariamente rico y complejo que va mucho más allá de la biología y que resulta bastante desconocido.

Tan erróneo resulta sublimar el sexo y ver en ella expresión más elevada del amor como el hecho de convertirlo en una forma de gratificación individual exclusivamente en la que el otro es utilizado como si fuera un instrumento.

La pedagogía sexual no puede ocultar este hecho, sino que debe tener la valentía de plantearlas cosas como son, sin miedo a que los individuos escojan el camino equivocado. Jamás se ha podido demostrar que las conductas desadaptadas provengan de una información veraz, sino que todo parece indicar que éstas se deben a fallos en el proceso de integración de la personalidad.

La sexualidad es una posibilidad del ser humano de obtener placer sea solo, o en compañía.

El énfasis que se ha puesto en desprestigiar las actividades sexuales en solitario, como es la masturbación, ha tenido graves repercusiones. En no pocos casos de personas solteras, especialmente hombres, estas se han visto inducidas a buscar una pareja sólo para satisfacer el apetito sexual.

En el seno de parejas ya establecidas, los conflictos surgen cuando uno de los dos miembros es más activo sexualmente que el otro; este último, generalmente la mujer se ve obligada a tener relaciones sexuales con más frecuencia de la que desearía, va que por su educación no puede admitir que, estando ella, su compañero tenga que satisfacerse en solitario mediante la masturbación todo lo expuesto no quiere decir en absoluto que la actividad sexual compartida con una persona no sea más gratificante.

Para ello, sin embargo, es preciso que haya una relación de igualdad, es decir que ambos coincidan en las expectativas. Por desgracia, dadas las bases culturales de muchas de nuestras sociedades, aún quedan demasiados casos en los que, al iniciar una relación sexual, la mujer busca un posible marido mientras que el hombre tan sólo aspira a pasar un buen rato.

Ello no significa que éste sea más egoísta o desconsiderado, simplemente es el reflejo de una pedagogía incorrecta que ha dado a entender que las necesidades sexuales son distintas para ambos géneros.

Las diferencias en la educación sexual de los chicos y las chicas repercuten en la forma como se desarrollan después las relaciones sexuales en la pareja. Ellos, por lo general, están más interesados en realizar el coito sin entretenerse demasiado en las caricias previas, las cuales, en cambio, son de suma importancia para la excitación sexual de la mujer.

Una relación sexual satisfactoria para ambos requiere que el hombre este atento a las necesidades de la mujer y sea capaz de disfrutar con todo tipo de caricias; ella, por su parte debe poder comunicar y pedir a su pareja el tipo de estimulaciones que le son más placenteras. El contacto sexual debe ser como un dialogo entre dos cuerpos que intercambian no sólo placer sino también ternura.

En ningún caso debe presionarse a ningún miembro de la pareja para que haga algo que no le apetece; el sentirse forzado o el tener que actuar en contra de la voluntad de uno suele acabar siempre en un grave deterioro de la relación sexual. No hay que olvidar nunca que la penetración es una posibilidad más entre las muchas que tiene la relación sexual y, en ningún caso, debe verse como el único o principal objetivo.

Si se lleva a cabo, hay que tener la  suficiente imaginación y desinhibición como para probar distintas posiciones y no limitarse a aquellas que enseña la rutina. Así, la posición más frecuente, que es la del hombre echado encima de la mujer no siempre es la más adecuada para ella, ya que su órgano más sensible, el clítoris sólo recibe la estimulación indirecta procedente de la presión del hombre sobre la sínfisis pubiana.

Existen otras posiciones que pueden intentarse, entre ellas, la mujer en cuclillas encima del hombre, ambos echados de lado cara a cara o la mujer dando la espalda al hombre, la mujer encima del hombre sentado o incluso ambos de pie. Esto va a depender de las preferencias de cada pareja, pero, en cualquier caso, son recomendables aquellas posturas en las que la penetración se realiza de tal forma que permite la estimulación manual del clítoris sea por parte de la mujer o del propio hombre.

Para que la actividad sexual entre dos personas resulte gratificante y enriquecedora tiene que estar basada en la libertad y la confianza. Asimismo es indispensable que cada uno de los miembros de la pareja tenga una actitud responsable tanto en lo que respecta al control de natalidad como a la prevención de enfermedades de transmisión sexual.

En toda relación entre dos seres humanos, cada uno de ellos debe pensar en el otro y no sólo en si mismo. En definitiva, el contacto sexual debe ser un intercambio entre placer y ternura.