Competitividad

Actualmente, las organizaciones enfrentan cambios constantes del entorno a los cuales tienen que adaptarse para sobrevivir.

Asimismo, con la globalización de los mercados y el desarrollo de la tecnología y las comunicaciones, las organizaciones tienen que identificar y desarrollar ventajas competitivas y brindar servicios y/o productos de alta calidad.

En este contexto se desarrolla una creciente importancia entre los gestores y las organizaciones por elevar sus estándares de calidad, ser competitivas y mantenerse en el mercado.

Ivancevich en su libro Gestión, calidad y competitividad (1996) cita la siguiente definición de competitividad:

“Competitividad nacional, la medida en que una nación, bajo condiciones de mercado libre y leal es capaz de producir bienes y servicios que puedan superar con éxito la prueba de los mercados internacionales, manteniendo y aún aumentando al mismo tiempo la renta real de sus ciudadanos.”

Esta definición puede adaptarse al ámbito organizacional al considerar competitividad como la medida en que una organización es capaz de producir bienes y servicios de calidad que logren éxito y aceptación en el mercado global; además, también debe cumplir con las famosas tres E:

1. Eficiencia en la administración de recursos,
2. Eficacia en el logro de objetivos y
3. Efectividad comprobada para generar impacto en el entorno.

Una organización se considera competitiva si tiene éxito mantenido a través de la satisfacción del cliente, lo cual se logra basándose en la participación activa de todos los miembros de la organización para la mejora sostenida de productos, servicios, procesos y cultura en las cuales trabajan.

Para ello fomenta determinadas competencias y ideología; observa a su alrededor y adapta las prácticas líderes del entorno; y mirar al interior, tomando en cuenta sugerencias de empleados, innovando y fomentando la participación proactiva y el liderazgo eficaz.

Pero no olvidemos que en el actual mercado la supervivencia y éxito de una compañía depende de la calidad y la cooperación a lo largo de la cadena de distribución, que involucra varias empresas, más que de la aniquilación de la competencia.

Así, las alianzas estratégicas nos demuestran que nuestros competidores (enemigos en el pasado), además de poder constituirse en nuestros maestros (al emplear la técnica de benchmarking, por ejemplo), pueden ser nuestros aliados y cooperar juntos para lograr el desarrollo de ambas compañías.

Éste es un punto interesante que amplia nuestra visión cuando hablamos de competitividad y competencia.

Fuente: Apunte de Microeconomía de la FCA, UNAM.