Cortes y la elaboración de una Constitución liberal en Cádiz

Después de que Carlos IV y Fernando VIl son obligados por Napoleón Bonaparte a renunciar al trono del imperio Español a su favor en Boyona, surgen reacciones encontradas ante estos hechos: por una parte algunos ilustrados, amplios sectores de la iglesia, la nobleza y el ejército decidieron colaborar con el gobierno francés. Por el otro lado, ciertos ilustrados y los grupos populares inician una lucha armada para expulsar al invasor.

Pese a las grandes dificultades que se presentaban en esos momentos, las colonias de América enviaron 53 representantes.

La mayoría de los representantes de las colonias eran criollos con posturas más radicales que las esgrimidas por los representantes peninsulares, siendo los criollos Guridi y Alcocer los representantes de la Nueva España ante las Cortes.

Entre las propuestas manifestadas por los diputados americanos en los trabajos para la elaboración de la constitución, se encuentran la igualdad jurídica para los ciudadanos tanto de la península como de las colonias de América; la libertad de explotación agrícola e industrial para las colonias así como de comercio y de explotación minera; la supresión de estancos y el restablecimiento de la Compañía de Jesús en el imperio.

1812 se firmó en Cádiz la nueva constitución española, en la cual se señalaba que España y América tendrían el mismo estatuto jurídico; se reducía el papel del rey al poder ejecutivo; se proclamaba que la soberanía residía en la nación; se abolían las instituciones feudales y la inquisición; se decretaba la libertad de prensa y de expresión.

El 30 de septiembre de ese año se juró la Constitución y las Cortes ordenaron que se pusiera en vigor en las colonias, así como las leyes que señalaban la libertad de imprenta y el indulto a los revolucionarios.

La Constitución de Cádiz no planteaba la solución de los problemas más importantes que padecía la mayoría de la población americana ni concedía la independencia a las Colonias, sí manifestaba transformaciones importantes en el sistema colonial.

La península Ibérica fueron liberadas del invasor francés por un movimiento guerrillero de carácter popular, a finales de 1813 y principios de 1814, las Cortes se trasladan a Madrid. En la capital del imperio la composición de las Cortes cambia, ahora la mayoría son conservadores o moderados quedando en minoría los liberales y los radicales americanos.

Cuando era eminente el regreso a España de Fernando VIl, la mayoría de los integrantes de la Cortes propone al monarca desconocer la Constitución de Cádiz por ser contraria a las tradiciones e historia del imperio.

La tercer etapa corresponde al decremento de la insurrección armada en ciertos focos guerrilleros. Entre los primeros meses de 1816, y marzo de 1817 no hubo ninguna figura insurgente con la capacidad militar ni política que fuera una amenaza seria para el régimen colonial. Se estima que en ese periodo había más de 20,000 insurgentes por todo el territorio novohispano pero sin coordinación ni armamento suficiente para realizar batallas importantes. No obstante, la lucha continuaba, aunque a manera de guerrillas.

Los guerrilleros más notables de esta fase se encuentran Vicente Guerrero, que dominaba la región del sur; Guadalupe Victoria, que operaba en el trayecto de México a Veracruz; Nicolás Bravo, que recorría la costa de Alvarado; El «amo» Torres, que operaba en el Bajío; Pedro Moreno, que se encontraba en la zona de Guanajuato; el padre Marcos Castellanos, que se encontraba en la isla de Chapala; López Rayón, quien se encerró en Zacatlán y Manuel Mier y Terán, que operaba en el cerro Colorado.

El periodo de Calleja como virrey se caracterizó por su crueldad para combatir a los insurgentes, así como por permitir atropellos contra la población por parte de jefes militares. Entre los que más sobresalieron por sus reprobables acciones se encuentra Agustín de Iturbide.

En este crítico panorama para el movimiento insurgente llega a México una expedición encabezada por el militar Javier Mina, quien había luchado en la península Ibérica en contra de los franceses y posteriormente contra el absolutismo de Fernando VIl, y el fraile criollo fray Servando Teresa de Mier, quien había sido desterrado a Europa por sus particulares ideas acerca del culto a la Virgen de Guadalupe y por manifestar ideas liberales. Tal expedición tuvo por finalidad ayudar a la causa de la independencia de América de la tiranía de la Metrópoli.

Javier Mina y fray Servando Teresa de Mier se conocen en 1814 en el puerto de Liverpool, Inglaterra, donde se ponen de acuerdo para zarpar a la Nueva España el 15 de mayo de 1816 con la finalidad ya mencionada. La expedición de 300 hombres,encabezada por Mina, desembarca en el río Santander, Tamaulipas, en abril de 1817 y en seguida se posesiona de la población Soto la Marina. En ese lugar, Mina dirige una proclama a la nación americana en donde manifiesta sus propósitos libertarios.

Por su parte, Mina obtiene una serie de victorias sobre las fuerzas realistas y llegan al fuerte de «El Sombrero», que se localizaba cerca de León, en donde se reúne con las milicias dirigidas por Pedro Moreno. A

Tras la muerte de Mina y la toma del fuerte de «Los Remedios», el movimiento insurgente comienza a decaer y los lugares fortificados por ellos son tomados por los realistas, como el fuerte de «Palmillas» en Veracruz y el del «Cerro de Cóporo» en Michoacán. Algunos de los jefes rebeldes más relevantes, como Bravo, López Rayón y Verduzco, son derrotados y condenados a prisión perpetua.

Entre 1818 y 1820 tan sólo permanecían dos focos insurgentes de importancia en todo el territorio de la Nueva España. El primero encabezado en la región sur por Vicente Guerrero y el otro en la región centro dirigido por Pedro Ascensio.

Pedro Ascencio combatió en la Sierra de la Goleta, Estado de México, donde controlaba el fuerte de «San Gaspar», pero es derrotado por las fuerzas realistas dirigidas por Ráfols y se repliega al sur. Para enero de 1820 Ascensio operaba militarmente en la zona de Tlatlaya, Estado de México, en donde derrotó en varias ocasiones a las fuerzas realistas en sus intentos por acabarlo a él y a su guerrilla.