Exámenes tipo test

Existe la tendencia errónea de pensar que ante una prueba tipo test no se ha de memorizar el tema, sino que es necesario “comprender”. Sin embargo, la memorización, tras una completa compresión de contenido de estudio, es un requisito básico para obtener un buen resultado en los exámenes. Además, es frecuente en estas pruebas que pregunten datos muy concretos, que sólo se pueden recordar si se ha memorizado, se requiere capacidad para trabajar rápidamente y leer y comprender toda la materia.

A la hora de estudiar una materia que va a ser evaluada mediante un examen tipo test, se recomienda la lectura y elaboración de esquemas o resúmenes con mucha precisión, es decir, incluyendo los detalles, pues a menudo son objeto de preguntas. No hay que dejar de analizar ejemplos de exámenes de convocatorias anteriores, para ver el tipo de cuestiones que suelen presentar.

Algunos consejos generales:

  • Prestar mucha atención a las instrucciones generales, teniendo claro el tiempo de que disponemos, si penalizan las respuestas equivocadas y la forma de responder y de borrar en caso de error.
  • A lo largo del examen, debemos actuar con orden, controlando el tiempo:
    • Leer con atención el enunciado, teniendo claro qué nos piden. Poner mucha atención a los calificativos que aparezcan en la pregunta (adverbios, adjetivos) porque sirven para distinguir entre lo verdadero y falto, para razonar lógicamente; Los calificativos muy generales y absolutos (todo, nada, siempre….) suelen ser falsos, incorrectos o no los mejores.
    • En una primera lectura, hay que constatar las preguntas que sabemos con seguridad, las que nos resultan fáciles, sin pararnos ante una pregunta difícil. Debemos controlar el tiempo: si este nos falta, es preferible que lo empleemos en las preguntas más difíciles y dudosas que en las que podríamos haber contestado bien con seguridad. Después nos iremos deteniendo en las preguntas que presenten más dificultad.
    • Si hay que elegir entre varias opciones, hay que tratar de adivinar la respuesta antes de leer las opciones. Al leer las opciones, si alguna coincide con nuestra respuesta puede ser la correcta, si no coincide, hay que ir eliminando las que no tienen sentido hasta llegar a las más acertada.
    • Generalmente, sólo hay una alternativa de respuesta correcta para cada pregunta; por tanto, nunca hay que señalar más de una, salvo que en el enunciado se especifique que pueda haber más de una correcta.
    • Muchas veces hay que marcar las respuestas en hoja de respuestas aparte, también denominada hoja de lectura óptica. Habrá que tener cuidado de marcar de modo que coincida el número de la pregunta con el número de la respuesta. Si respondemos las preguntas de forma salteada es más fácil equivocarse.

En el caso de la clásica prueba objetiva, en la que los errores restan, conviene recordar que la fórmula, supuesta la calificación de 0 a 10 y con una opción válida, salvo indicación contraria, es:

Examenes tipo test

donde N es el número total de preguntas, A las respuestas acertadas, E las erradas y Op el número de opciones de respuesta. De su observación, podemos concluir que:

  • Será muy difícil aprobar si se contestan pocas y será muy arriesgado contestar muchas dudosas.
    Es eficaz contestar por rondas y ordenadamente. Es decir, primero hacer una ronda en la que únicamente se contesten por orden respuestas correctas con seguridad, y llevar un control de aciertos seguros. Posteriormente, otra de respuestas muy probablemente correctas. También hay que adoptar la estrategia de dejar en blanco las preguntas que nos resultan totalmente desconocidas o que presenten serias dudas.
  • Si en nuestro control particular concluimos con que estamos aprobados, podríamos dejarlo así. La ambición o el descontrol suele perder a los examinando en este tipo de pruebas, en las que es verdaderamente difícil obtener calificaciones muy altas.
  • Al acabar una prueba objetiva, es preferible no modificar respuestas, salvo excepciones. Los argumentos que apoyan esta invariabilidad son:
    • Probablemente estaremos más fatigados que cuando se contestó. Por ello, a priori, quizá tenga más crédito una respuesta dada con anterioridad, sobre todo si el examen es largo.
    • Cuando la concentración se debilita, la emocionalidad puede invadir más fácilmente.
  • Por tanto, es importante tener en cuenta que una gran parte de pruebas objetivas, por defecto de cálculo y precipitación, se suspenden al final. Las excepciones pueden reducirse a despistes o a errores claros, que, sin embargo, también son más abundantes a medida que la fatiga hace su aparición en escena.
  • Sin embargo, tampoco hay que obviar que, durante la prueba, nuestro inconsciente ha ido con toda seguridad, no sólo completando aprendizajes y realización, sino procesando e incluso detectando posibles fallos. Si estamos suficientemente concentrados, seremos capaces de percibir los lugares exactos donde será preciso cambiar de opción.

Los exámenes tipo test se responden en hojas de lectora óptica, que permiten la corrección automatizada. Precisamente por esto, es necesario conocer cuál es el modo correcto de cumplimentarlas.

Fuente: Entrenamiento en competencias para el estudio autorregulado a distancia de la UNED, licencia Creative Commons License 2.5.