Friedrich Wilhelm Fröbel

El surgimiento del Kindergarten (jardín de niños) y su fundamentación en la vida maternal ha causado impacto en el quehacer de la docencia y la ha transformado hasta convertirla en una renovación pedagógica como el mundo nunca antes había tenido. Excelentes vínculos se puede encontrar en personajes como Comenio, Rousseau, Jean Paulm Richter, entre otros, que se aferraron a su concepción educativa para manifestarse en pro de la salvación del niño o niña y en el rescate de su aprendizaje.

Esta consideración nos obliga a plantear, de forma ínfima aunque con especial devoción, el papel asumido por Friedrich Wilhelm Fröebel (Alemania, 1788-1852), cuando por vez primera, aseguró un lugar a los niños y niñas dentro de la educación formal.

Richter expresó que la vida infantil debía tener un solo método y que respondería a las edades planteadas por Rousseau. Pero Fröebel encontró, al mismo tiempo, que el juego debía mantenerse en el plano práctico; lo que indicaba que la manera para educar a los niños y niñas era hallando la virtud y el tipo de juegos más idóneos.

Para 1840, Fröebel creó el jardín de niños (Kindergarten) y con ello, se expandió a todos los establecimientos análogos bajo los fundamentos del juego. En 1848 las asociaciones liberales de maestros de Alemania adoptaron la idea de la educación preescolar y denominaron a Fröebel como el profeta de la organización infantil.

Pero, a pesar de tanto triunfo, en Prusia algunos Estados prohibieron los jardines de niños y con ello la idea pedagógica experimental del autor, pues creían que su fundamento era ateo y socialista. El método de oposición alcanzó mayor efectividad cuando Fröebel lo combinó con los materiales educativos. Esto es una de las mayores creaciones del autor, pues se evidencia que el juego poseía el elemento precursor para el desarrollo y, que en este sentido, fue denominado “dones”. Cabe expresar, que en los materiales educativos se encontró la posibilidad del desarrollo educativo y, junto a ello, el amor hacia los niños y niñas entraba en evidencia. Pero este amor, inspiró la idea de un material específico, que se convierte en el equipo pedagógico de toda la educación parvularia: “la pala, la esfera y el cubo dividido en ocho partes iguales, el cubo descompuesto en paralelepípedos rectángulos de los que el niño o niña se servirá para hacer pequeñas construcciones, el cubo descompuesto en 27 partes… y además, papel para pegar, recortar, trenzar, plaquitas con pequeños bastones para construir otros objetos más para modelar, picar, bordar; anillos, botones, perlas, arena…”.

Todo este material estaba acompañado de un cuaderno guía, el cual especificaba las instrucciones necesarias acerca de los versos para cantar en coro. En este sentido, la preparación de la educación parvularia era clave, pues Fröebel entendía que era necesario preparar al niño o niña para la actividad concreta, singularmente manual. De esta forma, el método tiende a satisfacer tres necesidades principales del niño o niña: la observación, la actividad constructiva y el sentimiento de ser una persona.