Inicio de la evangelización del régimen colonial

Una obligación que el Papa Alejandro VI impuso a los reyes Católicos al hacerles la «donación» de las tierras descubiertas por Colón fue la de extender en ellas la fe cristiana. En 1501, el mismo pontífice, mediante el breve titulado Eximia devotionis, cedió a los monarcas españoles los diezmos que hubiera de recaudar la Iglesia en el mundo indiano, como una compensación económica que aligerara la carga de las tareas de evangelización.

Un nuevo documento papal, la bula Universalis Ecciesia, expedida en 1508 por Julio II, otorgó a la monarquía española el derecho del patronato sobre la Iglesia de las Indias, es decir, la facultad que tendrían los soberanos de España de fungir como protectores de la institución eclesiástica en América.

Lo anterior implicaba una serie de derechos y obligaciones para la corona:

Derechos

Obligaciones

Derecho de conceder permisos para la edificación de templos, conventos, y monumentos eclesiásticos.
Presentar candidatos para proveer los cargos eclesiásticos.
Revisar sentencias dictadas por los tribunales de la Iglesia
Autorizar la vigencia de las disposiciones papales en la colonias de España.

Sostenimiento a la institución eclesiástica.
Apoyo a la obra de evangelización.

Con el propósito de propagar la fe cristiana entre los indios, arribaron a la Nueva España gran cantidad de frailes y misioneros de distintas órdenes religiosas. El sector laico de los cristianos se empeñó también en cambiar la religión de los pueblos indígenas, pero su obra se redujo a la destrucción de los centros ceremoniales e ídolos.

En 1523, el arribo de tres franciscanos de origen flamenco, fray Juan de Tecto, fray Juan de Aora y fray Pedro de Gante, dio un nuevo sesgo a la evangelización.

Fray Pedro de Gante, convencido de la necesidad de utilizar otras formas de acercamiento que dieran mayor eficacia a la enseñanza religiosa, combinó la predicación cristiana con múltiples tareas encaminadas a instruir a los conversos en actividades que pudieran serles de utilidad. Gante fue el primer europeo que se preocupó por enseñar a leer y a escribir a jóvenes indígenas. Aprendió además la lengua náhuatl, en la que escribió una Doctrina cristiana.

En 1524 se inició un programa sistemático de evangelización. Lo llevaron a cabo un grupo de doce franciscanos, miembros de la provincia de San Gabriel de Extremadura. Los franciscanos recién llegados y los que ya estaban en la colonia se reunieron en la ciudad de México para distribuirse las zonas de evangelización y acordar los procedimientos que habrían de utilizar.

La conquista espiritual a la conversión de los indios a la religión cristiana, con el apoyo de los creyentes. La adopción del cristianismo, por parte de los indios, implicaba el abandono de muchas de sus antiguas tradiciones, lo que no podía ocurrir más que de una manera paulatina y conflictiva. Frecuentemente, los indios, tras una aceptación formal del cristianismo, mantenían viva su propia tradición religiosa.

Muchos templos cristianos se construyeron en los lugares en que los indios habían tenido sus santuarios y es un hecho bien sabido que los nativos solían esconder sus ídolos en las nuevas construcciones para continuar con su culto tradicional sin que los españoles se dieran cuenta de ello.

La mayoría de los religiosos se opusieron a los métodos violentos y procuraron que la aceptación del cristianismo se hiciera más bien con el ejemplo moral y la persuasión. Un ejemplo de ello fue fray Bartolomé de las Casas, quien defendió con ardor este punto de vista y se empeñó en demostrar prácticamente la eficacia de la evangelización pacífica.

En nombre del cristianismo muchos religiosos desarrollaron una activa labor en favor de los indios. Pedro de Gante, Toribio de Benavente, Vasco de Quiroga, Juan de Zumárraga y Bartolomé de las Casas, son entre muchos otros, personajes que de alguna manera contribuyeron a atenuar la dureza del dominio español.

La Nueva España quedó prácticamente en manos de las órdenes religiosas, tanto en lo que se refiere a los indios como a los españoles. Fue aquélla también la época en que los miembros del clero regular tuvieron mayor acceso a las dignidades eclesiásticas; varios fueron nombrados obispos; Fray Juan de Zumárraga, fue el primer arzobispo en México.