La necesidad de medir para alcanzar calidad

Por otro lado, medir es asignar un número a una cantidad. Medir hace posible efectuar comparaciones objetivas, pues una vez que se asigna un número y se determina la forma de asignar ese número, adquirimos la capacidad de medir cantidades similares y compararlas sin la influencia preponderante y subjetiva de nuestra opinión.

No es entonces vana la frase de Lord Kelvin: cuando puedes medir aquello de lo que estás hablando y expresarlo en números entonces conoces algo de ello, pero si no puedes expresarlo en números, tu conocimiento es superficial e insatisfactorio.

Entonces, medir en la etapa de verificación conlleva a la obtención de resultados objetivos, útiles para tomar decisiones efectivas en los procesos de ajuste y planeación siguientes pues los resultados de la medición contienen conocimiento verdadero (aunque siempre incompleto) y no únicamente percepciones, sobre el grado de conformidad entre lo ejecutado y lo planeado.

Cabe anotar que el resultado de una medición indica un hecho, una realidad, que en sí mismo no es malo o bueno, y por lo tanto espera un criterio adicional para decidir al respecto. Por ejemplo, saber que mi peso (¿o masa?) es de 78 kg no indica si estoy gordo o flaco, pero si agrego la información de que el peso ideal para mi estatura es de 67 kg, entonces estaré verificando que mi peso es excesivo.

Las cantidades sujetas a medición son de naturaleza muy variada, desde magnitudes fisicas como la temperatura, presión, tensión eléctrica, etc., indicadores económicos y de desempeño (como número de defectos y tasas de inflación) hasta cantidades mucho más difíciles de medir como los niveles de motivación o de compromiso del personal de una organización. Es más sencillo cuantificar el peso de mis hijas que medir su motivación para seguir una carrera universitaria. Sin embargo, no por ser difícil medir prefiramos dejar de medir.

Se puede afirmar, finalmente, que medir es una actividad indispensable en todo proceso que pretenda lograr resultados de calidad.

Además, medir bien reporta beneficios fácilmente apreciables, entre los que podemos citar los siguientes:

– Medir bien permite garantizar la calidad del producto.
– Medir bien disminuye los costos de no calidad.
– Medir bien apoya objetivamente la toma de decisiones.
– Medir bien aumenta la eficiencia del uso de recursos.
– Medir bien facilita la dilusión de controversias.
– Medir bien aumenta la confianza de los clientes.
– Medir bien ayuda a mantener el negocio.

Entonces, como la actividad de medir es sólo una parte del proceso que ejecuta la organización, aunque es vital, es plausible afirmar que si medimos bien la organización puede prosperar pero si no medimos bien de seguro la organización fracasará.

Fuente: Apuntes de Metrología de la UNIDEG