La racionalidad en la toma de decisiones

El análisis estadístico, la programación lineal, y otros procedimientos de optimización hacen posible que el ejecutivo no tenga que depender de apreciaciones burdas en lo referente a los problemas complejos.

Así por ejemplo, todo lo que tiene que hacer el ejecutivo es calcular si sus planes habrán de producir como se ha planeado y si sus mercados habrán de mantener las demandas tal como ha quedado estipulado en el problema de transportación.

Aún ese riesgo puede reducirse si los mercados son garantizados por medio de contratos que no pueden cancelarse sin el correspondiente castigo.

Desafortunadamente, muchos de los problemas de las organizaciones, no pueden definirse con la misma facilidad que el problema de transportación.

Muchos problemas están definidos de una manera tan deficiente que su ambigüedad da como resultado soluciones que dependen en grado considerable de la personalidad, de las aspiraciones, de la motivación y de la experiencia pasada de quien resuelve los problemas.

Cuando un problema abarca numerosas incógnitas, demasiada complejidad o demasiadas variables, es frecuente que se dificulte la cuantificación o se haga imposible eliminar las posibilidades de aplicar el análisis matemático.

Aún las técnicas de simulación matemática fallan cuando las variables “personales” menos predecibles se convierten en factores casuales importantes en el sistema que tratamos de simular por medio de un modelo matemático.

En las ecuaciones se pueden sustituir los errores probables con personas y puede ser que el modelo funcione muy bien.

Pero, aún cuando es posible que el modelo funcione bien, no podrá reproducir el proceso real, que es nuestra meta final al construir el modelo, si el proceso real implica una conducta humana de gran complejidad.

Puede ser que los costos de transporte no sean más que un factor en la decisión de embarque que hemos discutido anteriormente. Al estudiar lo que debe hacerse, es posible que tengamos necesidades de aquilatar la confiabilidad de cada uno de los medios de transporte que habrán de emplearse.

Es posible que tengamos que preocuparnos de si podrá suceder que los embarques se suspendan por huelga, de si se podrá disponer de medios alternos, de si serán adecuadas las instalaciones para almacenamiento y de algunas de las implicaciones para almacenamiento y de algunas de las implicaciones a largo plazo de nuestros planes para el desarrollo de la planta, el mantenimiento y la depreciación.

Puede ser que tengamos que hacer sagaces conjeturas acerca de la política impositiva local y federal del futuro. Al expandirse el problema del transporte sólo puede aplicarse una racionalidad limitada.

También la razón pura tiene sus límites, si se consideran problemas típicos de los ejecutivos de índole tan diversa como:

– ¿Debería ampliarse el comité de la gerencia? ¿Debería aceptarse la propuesta del sindicato sobre un grupo conjunto de estudio? – ¿De qué manera se puede sacar mayor ventaja de la investigación gubernamental y universitaria para mejorar los productos y procedimientos propios?

Aún cuando se trata de ser razonables, a medida que los problemas se tornan más complejos, ambiguos o mal definidos, es menos probable que los encargados de la toma de decisiones permanezcan racionales por completo al tratar de resolver los problemas.

Se cuelan en su pensamiento distorsiones perspectivas y cognoscitivas mientras intentan dilucidar el problema. Su comprensión del problema resulta transformada por los motivos.

Se aplican conocimientos inadecuados a la búsqueda de soluciones, y el alcance de la búsqueda es de ordinario restringido en alto grado como consecuencia del aprendizaje del pasado.

La nacionalización de la esperanza influye de manera indebida en las expectativas. Es posible cometer una variedad de errores de apreciación al poner a prueba la viabilidad de soluciones alternas para el problema.

Puede ser que la gerencia considere que el almacenamiento de documentos escritos constituye un desorden. Es posible que no tarde en llegar a la conclusión de que el sistema de archivos es inadecuado, aún cuando puede ser que simplemente se esté acumulando en el papel demasiada información inútil.

Al seleccionar un nuevo sistema de archivos, es posible que busquen en la memoria un procedimiento ya usado antes. Es posible que adopten un método usual que ha dado resultados razonables en el pasado.

O bien es posible que estudien lo que hacen otras firmas y hagan lo mismo. Tales soluciones tienen una racionalidad limitada en el sentido de que no toman en cuenta las condiciones especiales de su empresa.

Hacen caso omiso de la posibilidad de determinar la colección de información mejor posible u óptima y el plan de procesamiento que rinde la mayor información con el menor esfuerzo y el menor gasto.

El plan de archivo con racionalidad limitada es satisfactorio; funciona bastante bien, pero no es necesariamente el mejor.

Fuente: Apuntes de la materia Psicología del trabajo de la facultad de contaduría y administración, UNAM