Las utopías post 68

En el ámbito universitario proliferaba un radicalismo político. Los procesos de descolonización avivaron el interés por el estudio de otras formas civilizadoras distintas de la occidental, impulsando el desarrollo de la etnología y la antropología. Fueron fundamentales para ello los estudios de Claude Lévi-Strauss que le llevaron a plantear la irreductibilidad de la naturaleza humana. El punto climático de este proceso se presentó en los movimientos estudiantiles europeos; entre los que destaca el de Mayo del 68 en Francia donde se plantearon preceptos claves para entender los sucesos de México en meses posteriores.

La liberalización de las costumbres fue el trasfondo del cambio de valores que se generó en esta época. Especialmente en las relaciones entre sexos. La liberación sexual caminó de la mano con el nuevo papel que las mujeres reivindicaban en la sociedad. Su incorporación masiva al mundo del trabajo, puso en cuestión los tradicionales roles asignados a la mujer como madre de familia y esposa, al tiempo que comenzó a cultivar su autonomía e independencia; a reivindicar la capacidad de decidir sobre su propio cuerpo y sexualidad. El control de la maternidad fue determinante en este sentido (en 1960 se iniciaba en los Estados Unidos la comercialización de la píldora anticonceptiva).

Hablamos propiamente del momento en que nace el movimiento feminista como tal; marcando un cambio cualitativo respecto del discurso, el eco y apoyo social de los movimientos sufragistas de principios de siglo. Se inician las campañas en favor del divorcio, del derecho de aborto, de la igualdad de salarios; la no discriminación por razones de sexo.

En términos generales el nuevo horizonte cuestionaba los planteamientos lineales de la ideología del progreso; dando lugar a un contexto problemático, cargado de ambigüedades, donde se fundía el malestar de las nuevas generaciones respecto de los valores dominantes.

Los sucesos de 1968, tanto del mayo francés como de Checoslovaquia, dejaron importantes secuelas en la izquierda occidental a corto y medio plazo. Los partidos comunistas occidentales acentuaron el distanciamiento respecto de Moscú, particularmente el Partido Comunista Italiano y el Partido Comunista Español.

Nuevos actores sociales emergieron al primer plano de la actualidad, los llamados nuevos movimientos sociales: los jóvenes rebeldes, el feminismo, el ecologismo, el pacifismo, el hippismo, entre otros. Los movimientos sociales del 68 fueron frenados; «fracasaron» en el sentido de que no lograron la sustitución radical del viejo orden. Esto respondió, a juicio de los grupos izquierdistas, a la ausencia de una organización capaz de dirigir el proceso revolucionario, en vista de la falta de acción de la izquierda tradicional.

La tarea del momento residía en construir el partido de la revolución. La frustración de las esperanzas llevó a algunos, influidos por la mitificación de las luchas guerrilleras de Latinoamérica, a postular estrategias de guerrilla urbana que coadyuvaron, en varios países, a la formación de grupos terroristas, como las Brigadas Rojas en Italia o el RAF -fracción del ejército rojo- en la República Federal Alemana, durante la siguiente década. No muy diferente fue el proceso que se vivió en nuestro propio país.

Fuente: Apuntes de Diseño contemporáneo de la U de Londres.