Moléculas y átomos

Las moléculas están a su vez formadas por átomos, que se componen de un núcleo (con neutrones y protones) y una corteza (en la que se encuentran los electrones). En el seno de los cuerpos sólidos y de los líquidos los movimientos de las moléculas son relativamente lentos, ya que su energía cinética es bastante baja, si bien su interacción es muy intensa.

Por el contrario, en el caso de los gases las fuerzas intermoleculares apenas juegan papel alguno, ya que la gran separación existente entre ellas hace que sus interacciones sean débiles.

Entre las pruebas clásicas de la existencia de las moléculas se encuentra el movimiento browniano, que no halló una explicación satisfactoria hasta los trabajos de A. Einstein. Dicho movimiento es consecuencia de los impactos de las moléculas de aire sobre las partículas si microscópicas (pero visibles), que les confieren un movimiento al azar en apariencia carente de causa.

Los átomos están unidos entre si por fuerzas intraatómicas de diverso origen, si bien predominan las interacciones entre los electrones de la corteza. Los átomos se definen como la fracción más pequeña de un elemento que todavía conserva sus propiedades químicas.

Sus tamaños son similares a los de las moléculas más pequeñas, y en la actualidad ha sido ya posible fotografiar algunos átomos con la ayuda de los microscopios electrónicos.

La estructura del átomo esta formada por una región central (cuyo diámetro es 10,000 veces menor que el del propio átomo) en la que se encuentran los protones y los  neutrones (salvo en el caso del átomo de hidrógeno, que se compone tan sólo de un protón), ambos con una masa muy parecida; en cuanto a la carga eléctrica.

El neutrón carece de ella, mientras que el protón está cargado con una unidad de carga. Alrededor del núcleo se encuentran los electrones, partículas cuya carga es de una unidad negativa cuya masa es 1.836 veces menor que la del protón.