Primera y la segunda audiencias en el gobierno de la Nueva España

Informes recibidos en la corte española acerca de todo lo que sucedía en la Nueva España, hicieron pensar en la necesidad de introducir reformas radicales en el régimen de gobierno local: la primera medida de control consistió en el envió de un funcionario real, al que se le confirieron amplios poderes para destituir a Cortés y someterlo a juicio de residencia. Empleaba la corona juicios como un recurso para sancionar la actuación pública de los funcionarios de alta jerarquía.

Durante dichos juicios, los agraviados declaraban, así como aquellos que tuvieran algo que decir en su favor. Con base en tales declaraciones, el Consejo de Indias dictaba la sentencia y ordenaba la ejecución de las penas.

El juicio de residencia de Cortés se llevó hasta 1527, ya que en aquella ocasión el juez comisionado para ello murió al poco tiempo de haber llegado a la Nueva España.

La finalidad de implantar la Real Audiencia en la Nueva España, fue la de concentrar la autoridad en un órgano de gobierno que fuera capaz de ejecutar la política monárquica y, además sirviera para contrarrestar el poder de los conquistadores.

Sólo mediante un instrumento burocrático firmemente controlado desde la metrópoli podía evitarse que la Nueva España terminara convirtiéndose en un feudo señoreado por los caudillos de la conquista y sustrayendo el dominio del rey.

La primera audiencia fue un rotundo fracaso, ya que sus miembros cayeron en las mismas viciadas prácticas que se trataban de corregir, instaurando un gobierno tiránico. El presidente y los oidores omitieron muchas de las instrucciones que se les había dado y no procuraron otra cosa sino ejercer despóticamente su autoridad y mejorar a costa de los indios.

Fray Juan obispo de Zumárraga (quien ostentaba el título de defensor de los indios), alertó al Consejo de Indias, a través de una carta, donde exponía la situación por la que pasaba la Nueva España. Fue en ese tiempo, cuando se tomó la determinación de cambiar una vez más de régimen de gobierno, decidiéndose establecer un virreinato.

La segunda audiencia estuvo integrada por el obispo de Santo Domingo, Sebastián Ramírez de Fuenleal y entre sus oidores, al clérigo Vasco de Quiroga. En poco tiempo, lograron imponer el orden en el país, así como el de crear las condiciones favorables para la implantación de un virreinato.