Respuesta sexual femenina y sus fases

Los cambios durante la respuesta sexual son debidos, igual que en el hombre, a la vasocongestión y al aumento del tono muscular. Sin embargo, comparada con aquél, la mujer presenta una mayor variabilidad, como quedó demostrado en la amplia investigación llevada a cabo por Masters y Johnson, ya descrita anteriormente.

A continuación se describen las reacciones fisiológicas que presenta el organismo de la mujer cuando esta responde a un estímulo sexual eficaz, sea automasturbación, heteromasturbación o coito.

Fase de excitación. Al principio de la fase de excitación se produce la lubricación vaginal que corresponde a lo que en el hombre es la erección del pene. En las paredes de la vagina aparece una secreción lubricante que irá en aumento a medida que la excitación sexual vaya  progresando y que facilitará la introducción del pene.

Hay que tener presente, sin embargo, que esta es una reacción que varia mucho de una mujer a otra; así pues, el prestar demasiada atención a la cantidad de líquido emitido constituye un elemento distorsionador en la relación sexual ya que puede crear sentimientos de inadecuación a aquellas mujeres que, por naturaleza, se humedecen menos.

Al final de la fase de excitación o al principio de la siguiente, las glándulas de Bartholino segregan una o dos gotas de material mucoide que contribuyen también a la lubricación, aunque en mucha menor medida que la vagina. Ésta presenta además otro fenómeno; empieza a expandirse en su tercio interno.

El clítoris experimenta unos cambios importantes que consisten en un alargamiento y aumento de las dimensiones de las dos partes que lo constituyen (glande y cuerpo).Tales cambios, no obstante, no siempre se perciben a simple vista, debido al pequeño tamaño de este órgano. Por otra parte, se inicia la elevación del útero que no culmina hasta la fase meseta.

Los labios mayores, especialmente en las nulíparas, experimentan un aplanamiento y se separan del orificio vaginal. Los cambios en los labios menores son más importantes, ya que, al aumentar de diámetro, agrandan el desfiladero vaginal.

Fase de meseta. El cuerpo del clítoris sufre una elevación y una retracción, como si se escondiera; de ahí que, en esta fase, a veces pueda resultar difícil localizarlo. La vagina, por su parte, sigue expandiéndose por el fondo; lo más característico, sin embargo, es el aumento de grosor de las paredes del tercio externo, con el consiguiente estrechamiento de la abertura: si en estos momentos se esta realizando el coito, la disminución de la luz en la entrada vaginal ejerce una mayor presión sobre el pene, lo cual aumenta el placer sexual para ambos miembros de la pareja.

Estas modificaciones experimentadas por la vagina de forma autónoma e independiente explican por que el tamaño del pene es poco importante para la estimulación de la mujer durante el coito. En la piel de los labios menores también se produce un cambio; estos adquieren un color rojo más intenso llamado «piel sexual», considerado como una prueba de que el orgasmo es inminente.

Fase de orgasmo. El orgasmo femenino presenta más variaciones que el masculino, tanto en duración como en intensidad. Aunque consiste en una respuesta global de todo el organismo, se manifiesta específicamente por unas contracciones (de 5 a 12 y con unos intervalos de 0,8 segundos) en el tercio inferior vaginal, llamado por este motivo, plataforma orgásmica.

El hecho de que las contracciones orgásmicas tengan lugar en la vagina no significa en modo alguno que el orgasmo por penetración sea mejor que los obtenidos por otros métodos, como puede ser estimulación del clítoris del Monte de Venus o, en algunas mujeres, de las mamas. La idea de que el orgasmo por coito es superior a los demás constituye uno de los mitos que más han perjudicado la relación sexual entre hombre y mujer.

Por su parte, el útero acaba de elevarse dentro de la pelvis y experimenta contracciones cuya intensidad es paralela a la del orgasmo. Inexplicablemente, algunas mujeres histerectomizadas siguen notando estas contracciones. A diferencia del hombre, la mujer puede alcanzar otro orgasmo sin pasar por el periodo refractario. Fase de resolución. El clítoris vuelve a su posición unos 10 segundos después del orgasmo y, de forma más lenta, desaparece el aumento de tamaño. El útero desciende y la vagina se acorta volviendo a su color habitual.

Las contracciones hacen salir la sangre de los tejidos que forman la plataforma orgásmica y esta desaparece. La vuelta de los labios mayores a su posición normal tiene lugar con rapidez, si la mujer ha llegado al orgasmo; de lo contrario, quedan separados y turgentes durante un período de tiempo variable. Respuesta extragenital.  En la fase de excitación las mamas empiezan a aumentar de tamaño y se produce una erección del pezón, que puede quedar enmascarada en la fase siguiente, al hacerse las areolas más prominentes.

Éstas recuperan su estado normal rápidamente, en la fase de resolución, permitiendo así que los pezones vuelvan a aparecer erectos. La piel adquiere un aspecto parecido al del sarampión que empieza en el epigastrio y los senos, pudiéndose extender luego por todo el cuerpo. A medida que avanza la respuesta sexual, hay un aumento del tono muscular,  (miotonía) de tipo involuntario, aunque también se pueden realizar contracciones musculares voluntarias a fin de incrementar la excitación.

Estas respuestas musculares están en relación con la intensidad de los estímulos, pero, en cualquier caso, son más fuertes en la fase de meseta y culminan con las contracciones involuntarias en el momento del orgasmo. El ritmo cardiaco y la presión sanguínea empiezan a aumentar al inicio de la excitación, alcanzan su punto máximo con el orgasmo y vuelven a la normalidad en la fase de resolución. Durante ésta, puede aparecer una extensa capa de sudor que suele estar relacionado con el grado de actividad física que la mujer ha desarrollado.