Una nación de marinos

Hace  más de 2,000 años antes de nuestra era, los fenicios abandonaron el desierto y se establecieron en la costa. Son, por lo tanto, posteriores a los antiguos akadios, ya que aparecen, aproximadamente, al mismo tiempo que los amoritas, los primeros que hicieron de Babilonia una gran ciudad.

Sin embargo, no debió de ser anterior al año 1000 antes de C. cuando los barcos fenicios empezaron a ocuparse activamente del comercio. Anteriormente, habían sido los marinos egipcios y cretenses los que se encargaban del escaso comercio existente. Hacia el año 1000 antes de C., los fenicios dieron a los griegos sus kitones, y desde entonces transcurrieron muchos siglos, durante los cuales los fenicios llevaron por todo el mundo sus mercaderías y sus ideas.

Porque cuando un barco lleva productos para comerciar, también lleva ideas. Los pueblos se esfuerzan en imitar y mejorar los artículos que les llegan de países lejanos, lo mismo si se trata de cosas útiles que simplemente de adorno; se crean nuevas industrias, se expanden conocimientos, se fomentan los viajes, y los hombres se conocen mejor.

Por ejemplo, los griegos no sabían hacer estatuas huecas de bronce. En Sidón había excelentes fundiciones; los fenicios no inventaron, desde luego, este arte; lo aprendieron de los egipcios. Pero fueron ellos los que se lo enseñaron a los griegos, cuyos escultores y artífices realizaron, después, obras inmortales en ese metal.

Así se transporta una idea, de Egipto a Fenicia, de Fenicia a Grecia y, finalmente, se expande a través de todo el mundo.

Muchas ideas fueron así llevadas a otros países por los fenicios. Algunas eran propias; otras, las tomaron de otros países, especialmente Egipto, que hacia el año 1000 antes de C. ya era una nación vieja, con muchos conocimientos útiles que había acumulado durante 3,000 años.

De los egipcios aprendieron los fenicios a hilar y teñir telas, a hacer cristal, porcelana y papel, a golpear, moldear y grabar el metal. Y, probablemente, obtuvieron también de Egipto la idea de componer su alfabeto, que fue, sin duda, la más importante de todas ellas.

Fuente: Apunte de la materia de Comercialización de la UNIDEG.