La atmósfera
Aunque la masa gaseosa que rodea nuestro planeta se extiende hasta 400 km. sobre la superficie, la zona propicia para la vida se limita a los 5 ó 6 km. primeros. Los organismos de alturas superiores están allí transitoriamente, ya que la mayoría de seres vivos están ligados en mayor o menor medida al suelo. La atmósfera actual, esta formada por nitrógeno (78.0%), oxígeno (20.94%), argón (0.93%) y anhídrido carbónico (0.03%), también cantidades menores de otros gases (helio, metano, criptón, ozono, etc.).
Su estado y composición actuales han condicionado a través del tiempo la evolución de los animales y plantas. Éstos, incluido el ser humano, necesitan aire para vivir, su anatomía y fisiología se han adaptado estrechamente a éste.
Por tanto cualquier cambio atmosférico puede tener graves consecuencias para su supervivencia.
Los componentes de la atmósfera químicamente, los principales elementos que componen la atmósfera terrestre, sin embargo no son los únicos elementos importantes ecológicamente hablando.
Otros constituyentes importantes es el agua, los sólidos en suspensión y, en cierta medida, el aeroplancton.
Aunque el nitrógeno ocupa más o menos tres cuartas partes de la atmósfera, es un gas que las plantas absorben como amoníaco o a través de bacterias nitrificantes.
El oxígeno es imprescindible para los seres aerobios, que lo toman del aire o del agua en la que se encuentra disuelto. Las plantas lo elaboran como producto de desecho en la fotosíntesis,
El agua, ya sea como vapor líquido (lluvia) o sólido (nieve), es un componente importante de la atmósfera, influyendo decisivamente en la supervivencia de plantas y animales. La cantidad de agua en el aire en forma de vapor es la humedad (absoluta o relativa según se mida).
Los materiales sólidos suspendidos en la atmósfera pueden ser orgánicos (restos de organismos) o inorgánicos (polvo), la cantidad y composición condicionan la vida en el planeta.
El aire lleva en suspensión miles de partículas producidas por el ser humano (origen antropógeno).
El humo de incendios puede oscurecer el día, y en áreas industriales el aire contiene residuos tóxicos de todo tipo.