Adaptaciones maternas y paternas después del parto

A principios de los años 60 una enfermera de maternidad (Rubín) que observaba a las mujeres en el período postparto inicial, identificó ciertas conductas que se repetían a medida que las mujeres asumían su nuevo papel maternal.

Auque la asistencia a la maternidad ha cambiado, y la mujer de hoy es más independiente, todavía se siguen identificando estas conductas y reacciones en la generalidad de las mujeres.

Otros autores como Ament (1.990) coinciden en las mismas fases de adaptación que Rubín pero son más cautos a la hora de marcar los límites temporales de las fases.

Rubín describió tres etapas después del nacimiento, estas son:

A. Etapa de aceptación.

Es la primera etapa después del nacimiento. Se caracteriza por una conducta dependiente y puede durar desde varias horas hasta dos días después del parto.

Durante este período la mujer presta una intensa atención sobre ella misma. La madre suele estar agotada y sólo desea alimentos y descanso.

Durante estos primeros días está introspectiva y meditabunda, retrocediendo la “película del parto” y se forma un concepto de la experiencia del nacimiento.

Emergen dudas sobre su capacidad como madre y cuidadora. Acepta de buena gana todo lo que suponga ayuda para cubrir sus necesidades físicas.

B. Etapa de apoyo.

También llamada de hacerse cargo, es la segunda etapa. La mujer comienza a recuperar su energía y experimenta una mejoría del bienestar físico.

Se preocupa de su normalidad funcional y empieza a asumir responsabilidades sobre el cuidado de su hijo. Es una etapa muy receptiva para la educación y enseñanza de la lactancia, y otros procedimientos sobre el cuidado.

Necesita que se le confirme que realiza bien su papel de madre.

C. Etapa de abandono.

También llamada de dejar hacer, coincide esta etapa con el alta maternal. La mujer adopta conductas más independientes en su papel maternal.

Comienza a ver al recién nacido como un ser independiente. La mujer necesita desarrollar su relación con su pareja y el resto de la familia.

Las nuevas responsabilidades y las exigencias añadidas pueden llevar a sentimientos de tristeza o depresión postparto.

La depresión puerperal está considerada como una reacción emocional pasajera de corta duración que ocurre entre el 50 y el 70% de las mujeres durante el período postparto. Suele aparecer al tercer día y resolverse en el plazo de una semana a 10 días.

Tras la excitación del parto a veces la madre experimenta un sentimiento de decepción, pudiendo estar llorosa, irritable, cansada, sin capacidad para concentrase, triste, intranquila y angustiada, en definitiva, extremadamente sensible.

Los cambios en el estado de ánimo coinciden con la caída brusca de las hormonas estrogénicas y la progesterona, que alcanzan los niveles más bajos en esos días.

Otros factores que se creen relacionados con este estado son la falta de sueño, las molestias, el dolor, la incomodidad, la preocupación por el hijo, y las dificultades para dar el pecho.

Cuando los síntomas continúan o se agravan pueden desembocar en una psicosis postparto que requiere actuación profesional más especializada.

Adaptación paterna.

Aunque está menos estudiado, es frecuente que el padre sufra adaptaciones muy similares a las de la madre. El padre puede encontrar dificultad para entender los cambios físicos y psicológicos que están ocurriendo en su pareja.

Mientras ésta se recupera es posible que la responsabilidad se desvíe hacia él. Normalmente es el encargado de organizar la vuelta social de la madre e hijo al hogar.

Fuente: Apuntes y notas de enfermería materno infantil del Conalep