Consumación de la independencia de méxico

1820 se produjo una rebelión liberal en la península Ibérica, la cual tendría grandes repercusiones en la Nueva España. En enero, el comandante Rafael Riego, asignado en Cádiz, se pronuncia en contra del régimen absolutista de Fernando VII y proclama el restablecimiento de la Constitución de 1812. El movimiento liberal se extendió rápidamente por el territorio de la metrópoli, obligando al monarca a aceptar y jurar en marzo de 1820 la Constitución liberal que antes había repudiado.

Así como a restablecer las Cortes disueltas en 1814.

Inician acciones para independizarse de la metrópoli, pero no con la perspectiva de transformación que el movimiento popular había pretendido, sino que su objetivo era mantener intactas tanto las estructuras socioeconómicas como los privilegios sociopolíticos del sistema colonial sin la injerencia liberal de la metrópoli.

Los conjurados llegaron a la conclusión que se requería de un dirigente militar, cargo que a recomendación del Inquisidor general recayó en el oficial realista Agustín de Iturbide, quien había participado en la lucha contra las fuerzas insurgentes. Por recomendaciones de Monteagudo, el virrey nombró a Iturbide comandante general del sur con la consigna de acabar con las fuerzas de Guerrero y de Ascensio.

En noviembre de 1820, Iturbide sale de la capital para combatir a las fuerzas insurgentes, habiendo asegurado al virrey que antes de febrero de 1821 habría pacificado completamente el sur de la Nueva España; pero fue derrotado en varias ocasiones por las milicias de Ascencio y Guerrero, entre diciembre de 1820 y los primeros días de enero de 1821.

Iturbide comprende que será difícil derrotar a las fuerzas insurgentes y decide negociar con ellos para no retrasar los planes realizados por los conjurados de la «Profesa».

Para ello, Iturbide escribe a Guerrero una misiva, el 10 de enero de 1821, invitándolo a someterse al gobierno y asegurándole que si fracasan las acciones de los diputados americanos en la Cortes de España para obtener la independencia de la Nueva España, entonces el mismo Iturbide encabezaría la lucha.

Vicente Guerrero le contesta al militar español, en una carta del 20 de enero, que rechaza el indulto, y le manifiesta que aún siendo Iturbide uno de los mayores enemigos de los insurgentes, aceptaría una alianza con él siempre que se tratara de lograr la independencia de la nación.

El 25 y 27 de enero nuevamente son derrotadas las fuerzas realistas, por lo que Iturbide escribe a Guerrero solicitando una entrevista para negociar.

El 24 de febrero, Iturbide proclamó un plan para obtener la independencia de la Nueva España con respecto a la corona española, en Iguala, Guerrero.

Otros puntos centrales del «Plan de Iguala» eran: el mantenimiento de la unidad religiosa y conservación de fueros del clero, así como los del ejército; la instauración de una monarquía constitucional; la concesión de la ciudadanía a todos los habitantes y el derecho a ocupar cargos públicos.

La aprobación rápida de amplios sectores sociales, puesto que respondía en cierta manera a todos los grupos sociales de la Nueva España, desde los indígenas y castas hasta el clero y los ricos comerciantes, pasando por los criollos y los militares. Pero intereses tan opuestos engarzados en el papel, se enfrentarían en la realidad poco después de lograr el principal objetivo del «Plan de Iguala».

Al ejército trigarante, nombre que se le asignó a las fuerzas encabezadas por Iturbide, se le unieron importantes jefes realistas como: Anastasio Bustamante, Celestino Negrete; Filisola; Joaquín de Herrera y López de Santa Anna. También los caudillos insurgentes más importantes se unieron al ejército trigarante, tales como: Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria, López Rayón.

En 1821 quedaban sólo Oaxaca, Puebla, Veracruz y la Ciudad de México en poder de los realistas. Ante el avance de las fuerzas rebeldes, las tropas fieles a la Metrópoli destituyen a Ruiz de Apodaca en julio de 1820, puesto que consideran tímida su actitud en la defensa de los intereses de la corona española y lo sustituyen por Francisco Novella, quien intenta sofocar el movimiento sin éxito.

Novella es sustituido por órdenes de la monarquía constitucionalista de la península Ibérica por Juan O’Donojú, quien llega a Veracruz el 3 de agosto de 1821.

21 y 22 de septiembre, O’Donojú ordenó la evacuación de las fuerzas realistas de la ciudad de México y el 27 de septiembre de 1821 el ejército trigarante entró triunfante a la ciudad de México, encabezado por Iturbide y Vicente Guerrero.

Los grupos populares que apoyaron la lucha armada encabezada por Hidalgo, Allende y Morelos, continuaron padeciendo los efectos negativos del sistema socioeconómico que se gestó en la Colonia y continuó funcionando por lo menos en las primeras décadas del México independiente.