El proceso del conocimiento

Se ha señalado anteriormente que el mecanismo que se adoptará para aproximarnos a comprender los distintos temas de la asignatura, es el cuestionamiento, ya que a través de la interrogante se abre el camino para abordar lo que se manifiesta en la realidad.

Iniciemos pues, planteando la primera pregunta para comprender el proceso del conocimiento: ¿cuál es su origen? Cabe mencionar, que el problema sobre el origen del conocimiento tiene que ver con la identificación del lugar donde se genera este fenómeno; por esta razón es necesario acudir a la disciplina filosófica conocida como Epistemología, pues ésta nace con la finalidad de explicar los problemas del conocimiento.

Dentro de la Epistemología se encuentran una serie de referencias teóricas como el empirismo y el racionalismo, en la que cada una desde su perspectiva teórica, propone explicar el origen del conocimiento.

Por su parte, el empirismo establece que el origen del conocimiento se encuentra en la experiencia, es decir que la representación mental de lo que son las cosas se da sólo mediante las aprehensiones que el sujeto obtiene a partir de los sentidos corporales (vista, gusto, tacto, olfato y oído).

Por ello, el ser humano en la niñez “empieza por tener percepciones concretas. Sobre la base de estas percepciones llega paulatinamente a formar representaciones generales y conceptos”.

Es así como el empirismo establece a la experiencia como fuente del conocimiento. Por otro lado, para la postura teórica del racionalismo el conocimiento sólo merece, en realidad, este nombre cuando es lógicamente necesario y universalmente válido.

Cuando nuestra razón juzga que una cosa tiene que ser así y que no puede ser de otro modo; que tiene que ser así, por tanto, siempre y en todas partes, entonces y sólo entonces, nos encontramos ante un verdadero conocimiento.

Ahora bien, según el racionalismo, el conocimiento surge de la razón, ya que la idea de lo que son las cosas se produce solamente por deducción del pensamiento.

Pero, ¿cuál de estas posturas teóricas explica adecuadamente el origen del conocimiento? En su intento por solucionar este problema ambas teorías presentan a la vez, méritos y limitantes.

En lo que se refiere a su contribución para aproximarnos a comprender el origen del conocimiento, observamos que la virtud del empirismo reside en haber resaltado la importancia de la experiencia en el fenómeno del conocimiento, mientras que el racionalismo tiene el mérito de haber señalado el valor de la razón dentro de este fenómeno.

Sin embargo, ambas teorías presentan una limitante, la cual consiste en que, al colocar como fuente del conocimiento a la experiencia (empirismo) o a la razón (racionalismo) llega al extremo de negar, cada una desde su posición teórica, a uno de los elementos que hacen posible el conocimiento, es decir, el empirismo niega la participación de la razón, así como el racionalismo niega la intervención de la experiencia para que se dé el conocimiento.

Para comprender lo anterior expondremos los siguientes ejemplos: desde la postura empirista, si un sujeto quiere conocer el mar, sólo lo lograría al tener una relación directa con él, es decir, únicamente puede hacer suya la idea del mar a partir de sus sentidos (tocarlo, verlo, escucharlo, olfatearlo o degustarlo).

Pero, ¿cómo saber que el sujeto conoce lo que es el mar, aún después de haberlo percibido con sus sentidos? Para ello el hombre tendría que decir (dar razón) de lo que es el mar y esto es función de la razón.

Por otra parte, para el racionalismo es muestra de conocimiento verdadero la idea, “todos los cuerpos son extensos”, la cual sólo podría desarrollarse a partir de la razón.

Pero, ¿cómo surge la idea de cuerpo y extensión? Para dar paso al conocimiento lógico y universal vemos necesario recurrir a la experiencia.

Mediante los ejemplos expuestos anteriormente se puede observar que cada teoría en sí misma no proporciona suficientes fundamentos para explicar cuál es el origen del conocimiento, por lo que nuestro problema no ha sido resuelto.

En consecuencia, hay que pensar en los elementos que hacen posible dicho fenómeno, pues sólo tomando en cuenta los factores razón – idea – experiencia como sistema, podría solucionarse nuestra cuestión, a diferencia de la postura teórica del idealismo que sustenta la tesis de que no hay cosas reales, independientes de la conciencia.

Ahora bien, suprimidas las cosas reales, sólo quedan dos clases de objetos, los de la conciencia (las representaciones, los sentimientos, etc.) y los ideales (los objetos de la lógica y de la matemática), el idealismo ha de considerar necesariamente los pretendidos objetos reales como objetos de conciencia o como objetos ideales.

Como se puede observar, para el idealismo la realidad está encerrada en la conciencia del sujeto y en cuanto no es pensada por él deja de existir, de esta forma el idealismo intenta explicar la posibilidad del conocimiento a partir de las ideas.

A lo largo de la historia de la filosofía se ha pensado que el conocimiento es posible, en primer lugar, por la presencia de un ser que tiene la capacidad de conocer, ya que puede expresar (decir) mediante representaciones simbólicas lo que son las cosas.

Ahora bien, el hombre puede decir lo que son las cosas pues es el ser dotado de logos, término griego que significa “al mismo tiempo palabra y razón. El hombre es el ser que habla, porque el ser es la razón; él es el ser de la razón, porque es el único ser que es capaz de tomar la palabra”.

El sentido del logos como razón y palabra lo presenta el filósofo Martin Heidegger, quien señala que mediante el cabo mediante representaciones simbólicas.

Por esta capacidad de hablar –pensar en las cosas-, decimos que el hombre es un ser racional, un ser que tiene la facultad de expresar (decir o dar razón de) lo que son las cosas a través de representaciones simbólicas.

En segundo lugar, el conocimiento es posible porque las cosas se pueden conocer, es decir, aquello de lo que se habla (todo lo que es) se puede conocer porque posee un ser, las cosas son algo, son esto o lo otro y porque son algo es que el hombre puede hablar de ellas.

De esta manera, se puede señalar que el origen del conocimiento no se encuentra solamente en la razón, la experiencia o las ideas, sino en la relación entre el sujeto cognoscente, el objeto del conocimiento y el producto resultante de esta relación (ideas de las cosas) que se inicia cuando el sujeto se pregunta por lo que son las cosas, ya que sin cuestionamiento es imposible el conocimiento.

Fuente: Apuntes de la materia Principios y Técnicas de investigación de la FCA UNAM