La historia de la ciencia

Para abordar este subtema, se ha extraído un fragmento del texto de Heinz Dieterich en el que expone cómo el hombre ha manifestado la necesidad de interpretar el mundo. “En la interpretación del mundo el ser humano se apoya en dos tipos de lenguajes: los históricos o naturales y los artificiales o formales.

Los históricos son aquellos que una persona habla cotidianamente (…). Por lenguajes artificiales se entienden, sobre todo, las matemáticas y las lógicas (…). Lo que distingue a ambos tipos de lenguajes de la comunicación de los animales es, que utilizan símbolos (abstractos) en la percepción de la realidad, por lo que los llamaremos sistemas simbólicos del hombre.

Todas las formas de pensamiento mencionadas cumplen determinadas funciones en la vida del Homo sapiens, lo que explica que han persistido a lo largo de su historia. Sin embargo, existen varias diferencias importantes entre la ciencia y los demás sistemas de interpretación.

En primer lugar, el razonamiento científico es el único tipo de pensamiento que no le es natural o congénito al ser humano. Este no lo desarrolla espontánea o biológicamente, sino por medio de un esfuerzo mental deliberado y disciplinado. En este sentido podríamos considerarlo un pensamiento artificial, frente al carácter natural de los demás sistemas simbólicos.

Esta característica explica su aparición relativamente tardía en la historia humana, a tal grado que se considera la génesis de la ciencia moderna del siglo XVI, vinculada a la gran obra de Galileo Galilei (1564-1642). Asimismo, el término “científico” apenas empezó a utilizarse a partir de 1841, cuando fue acuñado por el historiador inglés William Whewell.

La segunda particularidad de la ciencia radica en el hecho de que constituye el único sistema simbólico capaz de generar un conocimiento objetivo (certero) sobre los fenómenos del universo.

La tercera particularidad consiste en que produce y expresa sus conocimientos, siempre y cuando sea posible, de una manera cuantitativa y no cualitativa.

Finalmente, el lenguaje y las reglas del quehacer científico permiten comunicar sus resultados de una manera intersubjetiva –quiere decir independiente de las opiniones particulares de las personas -, y por ende, comprobables por toda persona que tiene la inteligencia y preparación, la disposición y los recursos para emplear las reglas de este quehacer.

Fuente: Teoría del conocimiento de la facultad de contaduría y administración, UNAM.