Origen del hombre americano

Existen diversas hipótesis sobre los orígenes del ser humano americano. Las hipótesis de un origen autóctono, es decir, la de suponer que el hombre y la mujer aparecieron en América como consecuencia de una evolución ocurrida en ella, ha sido desechada gracias a las diversas investigaciones realizadas por especialistas. Las teorías ahora formuladas reconocen que el continente fue un Nuevo Mundo para quienes por vez primera penetraron en él.

Muchas han sido las rutas de entrada que se han propuesto para explicar la presencia de esos inmigrantes prehistóricos.

Actualmente, una de las hipótesis más aceptadas es la que afirma que los primeros pobladores del continente americano llegaron, en varias oleadas, de la región noroeste de Asia y cruzaron el estrecho de Bering. Como recordará, durante la última glaciación de que se tiene noticia, aumentó el volumen y extensión de los hielos, de tal manera que los casquetes polares se ampliaron hasta latitudes bastante bajas y el nivel de los mares descendió hasta unos cien metros por debajo de su nivel actual.

Como el estrecho de Bering tiene unos cincuenta metros de profundidad, no hubo dificultad para que los grupos que vivían al noroeste de Asia pudieran cruzar hacia nuestro continente.

En general, se considera que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único proveniente del noreste o el oriente de Asia. Los pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en el flujo migratorio más reciente.

Después de que los paleoamericanos entrasen al continente, el paso de Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron prácticamente aislados del resto de la humanidad. Salvo el caso de una breve colonización vikinga en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay evidencia contundente que respalde un posible contacto transoceánico entre la América precolombina y el resto del mundo.

Después del contacto colombino se plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus perdidas de Israel. El avance de la investigación científica permitió demostrar que no había relación material entre el origen de los amerindios y esas creencias, por lo que esas antiguas hipótesis quedaron descartadas.

Entre los restos humanos de mayor antigüedad y localizados en la República Mexicana se encuentra el llamado «Hombre de Tepexpan», encontrado en 1947 en las inmediaciones del mencionado pueblo, a un lado de la carrtera que vía a Teotihuacan. Este hallazgo, ha sido fechado entre los 10 000 y 9 000 a. C.; así como el cráneo encontrado entre 1968-1969, en la calle de Balderas, fechado con una antigüedad de 11 000 años a. C. De fecha un poco posterior, fijaremos los restos de un mamut localizados en Santa Isabel Iztapan, con los que se encontró una punta de proyectil y otros artefactos.

Con los abundantes vestigios hasta ahora hallados se ha podido deducir, que a partir del séptimo milenio a. C., se presentó una creciente transformación en las formas de vida de los pobladores prehistóricos. La recolección de plantas, frutos y semillas silvestres adquirió una creciente demanda en la economía de los grupos. Entre los vegetales recogios, que más tarde serían domesticados, se encontrab la calabaza, el chile, el frijol y ciertas variedades de maíz.

Los testimonios más antiguos del paso rudimentario a la agricultura, los encontramos en los hallazgos hechos en varias cuevas de la sierra de Tamaulipas (6 500-5 500 a. C.) como las del Cañón del Infiernillo.

Uno de los descubrimientos de mayor significación realizados por el hombre en la etapa prehistórica fue la agricultura. Lo anterior abrió el camino para el surgimiento de las primeras sociedades sedentarias.

Al presentarse un aumento considerable de población , comienzan a surgir las primeras pequeñas aldeas. Los descubrimientos que hasta ahora se conocen son prueba irrefutable de que hacia el año 3 000 a. C., se habían alcanzado ya niveles culturales. La producción de diversos objetos, al igual que el instrumento fueron más abundantes y de mejor técnica: petates, redes, vasijas de piedra, etc.