Pop Art

A principios del tercer milenio, los años sesenta y el arte pop se encuentran en el centro de la escena cultural.

Quizás la distensión provocada por el afianzamiento del nuevo orden mundial posterior a la segunda guerra y la rápida aceptación por parte de los mercados de los “nuevos electrodomésticos» (como el televisor a válvulas, la radio a transistores y el tocadiscos winco), colaboraron para instalar una nueva cultura de la imagen asociada a una idea de consumo.

El arte pop no podría ser explicado sin relacionarlo con un contexto tecnológico que se manifiesta con el crecimiento de la información y de los nuevos medios de comunicación social.

El arte pop modifica o cambia la idea de arte plástico (tal como se entendía en la tradición académica o «beaux arts»), hacia un sistema integrado por un sujeto visual, un objeto visual y un código de comunicación. Las primeras señales de televisión abierta «comunicaron» una nueva imagen de la sociedad y de sus productos de consumo masivo a audiencias ávidas de conocer las «nuevas tendencias culturales» (en argentina este fenómeno coincide con el gobierno del general Peron; quien funda canal 7, primera señal de TV – estatal – argentina).

Plásticos figurativos y abstractos discutieron desde principios del siglo XX la relación de la «obra de arte» con la «realidad». El pop – art dejo atrás esa discusión porque demostró que el arte plástico reproduce o representa signos y no objetos o cosas (antes de la «obra» no existe una realidad visual que no haya sido previamente «simbolizada» por una cultura, por intermedio de un lenguaje).

Este ultimo enunciado derriba al «objeto plástico«, eje teórico de la tradición académica; e instala en su lugar a un sujeto visual que establece relaciones con productos industriales intangibles o electrónicos (como las señales de radio y de TV), y con productos tangibles y concretos (como cuadros, latas de sopa de tomate, sillones u otros objetos «diseñados»).

Los artistas pop nacieron influenciados por las imágenes del cine y de la publicidad; y las relaciones que se establecen entre la industria, la sociedad y el consumo se ubican en el centro de su reflexión.

R. Lichtenstein, El crack

El pop – art es un movimiento artístico que reivindica a los productores de la cultura popular, y tiene la pretensión de que sus productos sean consumidos masivamente. Quizás es por esta razón que muchos intelectuales «de elite» (serios y cultos), consideran al arte pop como un sinónimo de vulgaridad y de «kitch».

Los artistas pop revalorizaron las señales de transito, los carteles y afiches publicitarios, el erotismo de objetos y personas (sex appeil), el glamour del cine y los desfiles de moda, todos los ritmos de la música popular, la s tapas de los discos de vinilo y las historietas o comic’s entre otros fragmentos de discursos o lenguajes urbanos y cotidianos. Para comprender la obra pop es necesario entender los códigos visuales y los sonidos que una determinada sociedad emplea para comunicarse diariamente.

Según Roland Barthes, el sistema de la lengua es el modelo respecto del cual se miden el resto de los sistemas sociales de significación. Si consideramos la producción de una «obra de arte» desde este punto de vista, podemos pensar como posible una gramática de la pintura, de la moda, del comic, del cine o de la música, que se proponga el estudio sistemático de la organización de sus significantes (sus aspectos formales o expresivos).

Distintos autores acuerdan que el origen del arte-pop hay que buscarlo a finales de los años cuarenta dentro de los estudios de los fotógrafos, ilustradores y pintores cercanos a los «art directors» de las agencias de publicidad londinenses.

Durante la década del cincuenta estas ideas relacionadas con la codificación de la sociedad de consumo se trasladaron a NYC, San Francisco y Los Ángeles.

Fuente: Apuntes de Diseño contemporáneo de la U de Londres.