Vacunas de Subunidades antigénicas

Las bacterias y los virus son entes complejos que están constituidos de muchos tipos de moléculas, y en su parte más externa están aquellos componentes que son los que serán reconocidos por el sistema inmune. En las bacterias existen los polisacáridos que son muy diferentes para cada tipo de bacteria y estas moléculas son las que el sistema inmune puede reconocer, en los virus la parte más externa suele estar conformada de proteínas, estas también son muy específicas para cada tipo viral; es precisamente esta especificidad la que permite al sistema inmune reconocer a un agente productor de una enfermedad.

Considerando que al usar vacunas con microorganismos completos se corre el riesgo de reversión al estado patogénico, este conocimiento fue muy importante pues se planteó la siguiente pregunta, ¿será posible tomar solo las moléculas que el sistema inmune reconoce para hacer una vacuna? Esto tendría un gran potencial pues se evitaría el gran riesgo de las vacunas que se habían producido hasta ese momento. Así fue como se intentó producir vacunas no de virus o bacterias completas sino basadas en porciones de estos, porciones que desencadenen una respuesta del sistema inmune, es decir, una respuesta antigénica. Las porciones que pueden funcionar de esta manera son “azúcares” (polisacáridos) para las bacterias o proteínas de la capa exterior de los virus.

A pesar de la gran ventaja de estas vacunas también hay grandes problemas en su producción pues las subunidades antigénicas deben primero purificarse y su producción requiere cultivos a gran escala de los organismos patógenos lo que no solo es costoso y además, no está exento de riesgos.

En 1965 Blumberg y Prince estudiando la enfermedad de la hepatitis B descubrieron una proteína externa del virus que puede producir respuesta inmune (antígeno de superficie) en células sanguíneas de humanos portadores de la infección y comenzaron los trabajos de purificación, inactivación así como estudios de eficiencia y seguridad de la posible vacuna. Estos procedimientos fueron exitosos ya que demostraron que el virus no se propagaba in vitro pues solo era una porción del virus y en cuanto a las pruebas de inactivación se realizaban varios pasos para aumentar su seguridad; finalmente fue probada en humanos y aprobada para su uso en 1981, esta fue la primera vacuna reconocida que empleaba subunidades virales y no un virus completo.

Pero este tipo de vacunas resultan difíciles de fabricar ya que el suministro de humanos portadores del virus que pudieran servir para satisfacer las necesidades de producción de la vacuna no era suficiente y por ello los doctores Rutter y Gall iniciaron otra serie de estudios en 1975 para desarrollar un sistema de expresión recombinante para la producción del antígeno de hepatitis B.

Fuente: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.