Actitud de Platón ante la democracia
En su Carta Séptima nos habla de su activa participación en los movimientos políticos de su juventud.
Siempre confió en el restablecimiento del derecho y la justicia, a pesar de las sucesivas etapas de controversias políticas en la Grecia de los siglos V y IV a.C., sobre todo a raíz de la llegada de su tío Critias al poder, pero los acontecimientos subsiguientes fueron aún peores que los anteriores, y lo que más repugnancia le produjo fue el intento de los que detentaban el poder de convertir a Sócrates en instrumento de su terrorismo.
Tras la caída de los tiranos y la reinstauración de la democracia él estaba dispuesto, más que nunca, a entenderse y colaborar con ella, pero la muerte de Sócrates, personaje insigne y fiel reflejo de la vida justa, en virtud de una sentencia judicial, le hizo comprender que la política de su ciudad distaba mucho de sus planteamientos.
La democracia de la época, basada en la participación de todos los hombres en los fundamentos de la convivencia, en que la ley y la costumbre son convencionales pero no contrarias a la naturaleza, no casó del todo con el ideal político platónico, según el cual la ciudad ideal se configura como una aristocracia basada en las aptitudes naturales de cada clase y en la educación apropiada que recibe.
El problema es la formación de los gobernantes que dirijan la ciudad, pues tienen que llegar al conocimiento de las Ideas, hecho que solo pueden realizar los filósofos, para impartir justicia e implantar la idea del Bien, en la que se debe instruir a los ciudadanos.
Fuente: Apuntes Análisis del discurso visual de la U de Londres