Adecuación en la comunicación escrita
Es una virtud clave en todo acto de relación humana: «Cada cosa en su lugar, con su porqué.» No conviene dirigirse a todos de idéntica manera salvo el caso de situaciones grupales.
El mismo tema tratado en un informe científico, un escrito protocolar, un artículo periodístico o una carta familiar, requiere de una redacción distinta, perfectamente adecuada a cada caso. «Yo escribo así o «Este es mi estilo» será buena fórmula para un literato, que es un artista, pero no para un redactor, que es sólo el expositor por escrito de un tema ya dado.
La adecuación en lo escrito significa un acto de lógica consideración hacia el destinatario. La pregunta medular es: «¿Quién leerá esto que escribo? ‘; y la respuesta, un escrito adaptado a la comprensión, el gusto y las necesidades de ese quien».
La elección de «cada cosa» conveniente para lograr la mencionada adecuación de lo escrito al lector está unida a la elección del lugar funcionalmente.
Los elementos no apropiado para que esas «cosas» actúen deben ordenarse al azar ni siempre automáticamente, por rutina o costumbre. Cada parte del escrito (principio, medio y fin) tiene una misión que cumplir: el orden escogido debe responder al cumplimiento estricto de esa misión.
Si el comienzo ha de ser un pórtico para la atracción o curiosidad sobre lo que se expresará en la parte medular del escrito, no se usarán elementos informativos básicos en él.
Si, por lo contrario, se busca el «impacto» inicial, para desarrollar luego los temas en el cuerpo, lo más importante -o una síntesis de tópicos- irá al principio; o si se busca apelar a la expectativa creciente -el «suspenso» de tantas obras-, lógicamente los elementos serán ordenados en forma de clímax , hasta el «bombazo» final.
Por supuesto, hay otras formas de ordenación mixtas o libres, que apelan al entrecruzamiento, la línea de círculo, la dispersión, etcétera. En todos los casos, los finales serán una natural consecuencia de la estructura elegida para ordenar, con vistas al objetivo perseguido.
Si nos atenemos al eslogan moderno «El éxito es un buen plan», y tenemos en cuenta que el plan incluye como elemento fundamental la adecuada ordenación, admitiremos que en la acertada distribución de los elementos radica una condición básica para el logro de la efectividad en lo escrito.
Fuente: Apunte de Comunicación escrita de la U de Londres.