Antecedentes del periodo preclásico
Es a partir del tercer milenio a.C. cuando en la región de lo que llegaría a ser territorio mexicano, se intensificaron los contrastes en los niveles culturales adquiridos por los diversos grupos que habitaban en dicha zona. Puede sostenerse que la práctica de la agricultura constituía un factor diversificante, respecto a quienes se sostenían aún como cazadores y recolectores. Según las investigaciones lingüísticas, se considera probable que para fines del tercer milenio a.C.
No se había manifestado la diferenciación en las lenguas que integran el gran tronco uto-azteca.
De él se deriva el idioma que más tarde se conoció como mexica o azteca, al igual que el cora, huichol, tepehuano, tarahumara, yaqui, seri, mayo, pima, pápago, hopi, payute y otras lenguas y dialectos hablados en el noroeste de Estados Unidos y sur de Canadá.
Los antecesores de la población que más tarde hablarían lenguas del tronco uto-azteca al parecer no habían ingresado al actual territorio mexicano, manteniendo como sus focos principales de residencia a Nuevo México, Arizona y Utah. Antes que se diera la penetración de los uto-aztecas, existían diversos grupos que pertencían al tronco lingüístico hokano (yumano, cochimíes, seris, etc.).
La población asentada en el territorio de lo que actualmente es nuestro país y parte de Estados Unidos puede dividirse en dos grandes grupos: los que practicaban la agricultura y los que subsistían como cazadores y recolectores (norteños).
Probablemente quienes empezaban a practicar la agricultura a lo largo de las costas del Pacífico y del Golfo, en el área del sureste y en otras porciones de Centroamérica, estaban de diversas formas emparentados con las familias lingüísticas otomague y macro-maya, ya que al parecer de algunos investigadores sus expresiones y creencias estaban relacionadas con esa actividad.