Aparato circulatorio
Aparato circulatorio los animales poseen un sistema de transporte interno especializado llamado sistema circulatorio, que se encarga de recoger los nutrientes absorbidos del tubo digestivo tras la digestión y el oxígeno incorporado en las superficies respiratorias, para distribuirlos por todas las células del organismo; además recoge los productos de desecho del metabolismo celular para llevarlos a los órganos excretores que los evacuaran al exterior.
Esquemáticamente, un sistema circulatorio consta de sangre, un dispositivo de bombeo (el corazón o un simple vaso musculoso dilatado) y un sistema de vasos sanguíneos.
Los moluscos y la mayoría de los artrópodos poseen un sistema circulatorio abierto, en el que los vasos sanguíneos desembocan en grandes espacios (senos) que en conjunto forman el hemoceloma.
En cambio, el sistema circulatorio cerrado forma un circuito cerrado a través de una red continua de vasos por los que pasa la sangre, impulsada por un órgano especializado, el corazón, que en los vertebrados alcanza una notable perfección.
Además del sistema circulatorio sanguíneo, los vertebrados poseen un subsistema, el sistema linfático, que conduce la linfa y las células linfáticas.
Su función consiste en colectar y devolver el líquido intersticial a la sangre, organizar la defensa inmunitaria y absorber lípidos del aparato digestivo.
Transporte a través de la membrana
Las sustancias atraviesan la membrana celular mediante tres mecanismos principales. El oxígeno y los iones difusibles pasan desde una región de alta concentración a otra de baja concentración por las diferencias de tensión que existen a ambos lados de la membrana semipermeable de la célula, es decir por difusión.
El intercambio hídrico entre la célula y el medio que le rodea se realiza por ósmosis, es decir por difusión de las moléculas de agua desde la zona donde están muy concentradas a la zona donde lo están menos.
Pero la membrana celular es dinámica y activa gracias a su estructura de bicapa lipídica en la que se hallan embebidas proteínas capaces de realizar el transporte activo de moléculas en contra de un gradiente de concentración y, por tanto, de las leyes físicas de la difusión.