Bosque mediterráneo
El bosque esclerófilo: se incluyen aquí las formaciones de regiones de clima templado donde la lluvia es más abundante en invierno, con temperaturas suaves y con sequía estival prolongada. Lo constituyen árboles de hojas pequeñas, duras y siempre verdes que se alternan con matorral. Esta floresta se extiende por regiones circundantes al mar Mediterráneo y las que tienen un clima similar (California, México), y recibe el nombre de bosque mediterráneo. Equivale de cierta medida al espinal de Chile.
La vegetación del bosque mediterráneo se compone de encinas, alcornoques, rebollos, algarrobos, quejigos, olivos y acebuches, con un denso sotobosque de jaras, retamas y lentiscos.
Los insectos y las aves nidificantes sufren oscilaciones acordes a las estaciones del año. Este bosque tiene una gran población de aves migradoras que, de paso o hibernantes, enriquecen la fauna ornítica.
En el suelo y la vegetación viven muchos invertebrados terrestres que son base de la nutrición de la fauna insectívora. Las plantas sustentan todo tipo de fitófagos.
Esta variedad de especies en el primer escalón de productores secundarios conlleva igual riqueza de depredadores, que culmina con algunos superdepredadores. como el águila imperial y el lobo.
La pirámide remata con los micrófagos, los grandes buitres.
Maquí: Es una formación arbustiva que supone una etapa previa al bosque mediterráneo y la primera en la degradación. Esta formado por arbustos de hasta tres metros de altura (jaras, retamas, tomillos, romeros, lavandas) y arbolillos dispersos (madronios, encino enano, mirto). La fauna es rica en insectos, arañas, escorpiones, lagartijas, lagartos, víboras y vertebrados de pequeño tamaño.
Brezales y landas: Son dos formas similares de una etapa en la degradación del bosque templado, húmedo y donde los brezos predominan, unida a líquenes, esfagnos y musgos.
Se extienden por el norte de Francia, el Benelux y regiones septentrionales de Alemania, predominando en las grandes llanuras.
Dehesa: Comunidad típica del centro y oeste de la península Ibérica, es un ejemplo de intervención humana que ha conseguido identidad propia y en equilibrio con la naturaleza.
Dos son los elementos que la forman: pastizal y la encina. Ambos se alternan en estructura en malla que confiere un carácter típico al paisaje.