Contactos con las altas culturas mesoamericanas
Mesoamérica es la región del continente americano que comprende la mitad meridional de México; los territorios de Guatemala, El Salvador y Belice; así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. No debe confundirse con la región mesoamericana, concepto acuñado para denominar una región geoeconómica por organizaciones internacionales tales como la OCDE. Mesoamérica es un área definida por la cultura.
Esta región vio el desarrollo de una civilización indígena en el marco de un mosaico de gran diversidad étnica y lingüística.
La unidad cultural de los pueblos mesoamericanos se refleja en varios rasgos que Paul Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano.
La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre los estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el inventario la base agrícola de la economía, el cultivo del maíz, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días y civil de 365), los sacrificios humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología lítica y la ausencia de metalurgia, entre otros.
En su momento, la definición del complejo mesoamericano sirvió para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos del norte y el sur.
Dos expediciones son las que se marcan como antecedente de la penetración y establecimiento de los españoles entre los pueblos mesoamericanos:
La primera estuvo al mando de Francisco Hernández de Córdoba, y se realizó en el año de 1517. Esta expedición partió del puerto cubano de Santiago, estableciendo contacto con nuevas tierras, primero en Isla Mujeres y más adelante en las costas de la península de Yucatán.
Al tocar nuevas tierras, los expedicionarios se percataron de que la población indígena de la región era más numerosa, y al parecer tenía formas de vida más complejas y desarrolladas que las de los aborígenes antillanos.
Un indicio de ello fueron las construcciones de piedra y argamasa vistas en los distintos lugares, así como la resistencia organizada que, en diferentes ocasiones opusieron los nativos a los españoles.
El objetivo principal de la empresa, que fue el «rescate» de oro, terminó en un completo fracaso. En cambio, el viaje tuvo gran importancia por los descubrimientos logrados.
En 1518, se preparó una nueva y más amplia expedición, que quedó a cargo del capitán Juan de Grijalva. El objetivo era el «rescate» y el poblamiento de las nuevas tierras. Grijalva y su gente salieron de Cuba y llegaron a la isla de Cozumel; se dirigieron en seguida hacia las costas continentales.
Rodearon la península de Yucatán y se siguieron por los litorales de los actuales estados de Campeche, Tabasco y Veracruz, inspeccionaron varios ríos caudalosos, entre ellos el Grijalva, el Coatzacoalcos y el Papaloapan.
En diferentes puntos de la costa se hicieron desembarcas, obteniéndose abundantes «rescates»; los expedicionarios satisfechos pusieron fin a la expedición y regresaron a Cuba.
La preparación de nuevas empresas fue que cuando desembarcaron en la isla de los sacrificios, y posteriormente en los arenales de Chalchiucueyehcan, inmediatos a la actual ciudad de Veracruz, recibieron una embajada del señor de México-Tenochtitlan, Moctezuma Xocoyotzin, quien, avisado de la presencia de los extraños visitantes, les hizo llegar valiosos presentes. Grijalva mandó a Cuba a uno de sus capitanes, Pedro de Alvarado, para que informara de todo.