Contaminación del mar
En los ríos podemos encontrar ejemplos alentadores de cómo las medidas tomadas han conducido a un regreso de la vida en áreas donde había sido aniquilada, en el mar las perspectivas son otras. No sólo los venidos directos contaminan el mar, sino que el viento y la lluvia los llevan allí de puntos lejanos, la taita de legislación o de medidas eficaces para obligar a cumplir la existente, y la creencia de que es un «bien» a disposición de la humanidad, ha conducido a interpretar esto último en un sentido particular.
Las leyes de un país impiden destruir los residuos tóxicos o su vertido en aguas de su jurisdicción, numerosas industrias afirman que el mar es patrimonio común, que su capacidad de regeneración es infinita y no hay legislación que impida arrojar toneladas de sustancias al mar.
Esas sustancias tienen tal grado de toxicidad que en concentraciones muy bajas pueden aniquilar toda forma de vida. Las medidas de seguridad y los medios técnicos usados no dejan de ser vistosas tapaderas de una ignorancia sobre los ciclos naturales, el curso de corrientes marinas y la capacidad de regeneración del medio.
Poco después de arrojar bidones con residuos radiactivos al mar, en condiciones “que garantizaban una seguridad total y eliminaban la posibilidad de fuga radiactiva” se encontraron bidones en zonas alejadas a las que se arrojaron y se han detectado grietas y roturas en otros.
Estos son ejemplos de la inconsciente y catastrófica alteración humana de las aguas, un patrimonio tanto de la humanidad como de los seres vivos del planeta.