Desarrollo postembrionario
Muchos animales, tras el proceso de desarrollo embrionario en el cual se han nutrido de las reservas almacenadas en el huevo o procedentes de la madre, nacen con un aspecto semejante al del adulto. Es el caso de los animales que tienen un desarrollo directo (algunos grupos de insectos, los reptiles, las aves y los mamíferos). Pero el resto de los animales tienen un desarrollo indirecto.
En el desarrollo indirecto el individuo, al nacer, tiene un aspecto diferente al del adulto y recibe el nombre de larva, que para alcanzar el nivel de organización del adulto ha de sufrir una serie de transformaciones que recibe el nombre de metamorfosis.
Las larvas no son sino formas embrionarias obligadas a completar su desarrollo llevando vida libre ante la insuficiencia de las reservas del huevo.
Las larvas de muchos anfibios y equinodermos, así como de ciertos insectos (chinches, langostas, etc.), atraviesan una metamorfosis sencilla, sin pasar por periodos de inactividad, ya que nacen bastante semejantes al adulto, mientras que otros animales (coleópteros, dípteros, himenópteros, lepidópteros, etc.) nacen con un aspecto muy diferente del adulto y tienen que atravesar un período de inactividad externa durante el cual la larva se protege dentro de una especie de caparazón (pupa) dentro del cual sufrirá una desorganización y reconstrucción de sus tejidos y órganos, es decir que tienen una metamorfosis complicada.
En ciertos dípteros, la especie presenta individuos con caracteres larvarios que se pueden reproducir por partenogénesis, fenómeno denominado paidogénesis.