Disfunciones sexuales femeninas
Las disfunciones sexuales en la mujer han sido menos estudiadas que en el caso del hombre por una serie de condicionamientos sociales, entre los que cabe destacar la menor importancia que se ha dado a su sexualidad. Con todo, en los últimos años se les esta prestando mayor atención y se dispone de un cuerpo de conocimientos del que posibilitan su tratamiento.
El mal aprendizaje sexual y el conjunto de creencias erróneas, tan extensamente divulgadas, son una de las causas más relevantes de estas disfunciones.
Se dice que una mujer padece un trastorno de la excitación sexual cuando no es capaz de llegar a ella, a pesar de contar con una estimulación adecuada.
Otras veces, lo que sucede es que la excitación se produce pero se corta de forma inesperada sin que sea posible su recuperación. Los orígenes de esta disfunción son generalmente de orden psicológico, aunque en ocasiones puede haber alguna enfermedad orgánica que la justifique.
Entre los motivos de índole psicológica hay que citar los siguientes: falta de atracción hacia la pareja, inseguridad respecto al propio atractivo, miedo al embarazo, miedo al dolor durante el coito, incapacidad para solicitar el tipo de caricias que se desean, sentimiento de ser utilizada o de tener que excitarse por obligación y, muchas veces, miedo a no tener orgasmo durante el coito con la consiguiente frustración que ello acarrea al hombre y a si misma.
A diferencia de lo que ocurre en el caso de la impotencia masculina, la anatomía de la mujer permite que su falta de excitación pueda pasar totalmente desapercibida. La anorgasmia es la no obtención del orgasmo por ningún tipo de estimulación, ya sea automasturbación, beteromasturbación, coito vaginal, anal, cunnilingus, etc.
Cuando una mujer no ha llegado jamás al orgasmo, se dice que padece anorgasmia primaria. Si, habiéndolo experimentado previamente deja de tenerlo en la una época determinada, nos hallamos ante un caso de anorgasmia secundaria.
Las cifras que aparecen en las encuestas sobre la frecuencia de este trastorno son dispares y ello se debe tanto a una falta de sinceridad en las respuestas como al hecho de que algunas mujeres no saben con certeza si han llegado al orgasmo o, lo que es peor, ni siquiera se lo han planteado planteado.
Salvo en algunos casos de enfermedad, las causas de la anorgasmia suelen ser de tipo psicológico. Cualquiera de las citadas anteriormente pueden ser motivo de que el orgasmo se los bloquee, a pesar de haber alcanzado un grado de excitación elevado.
Con mucha frecuencia, sin embargo, la mujer no llega al orgasmo por falta de una estimulación efectiva que no siempre es porque el hombre sea inexperto sino porque ella no comunica lo que en aquel momento necesita.
Cuando se ha instaurado una disfunción sexual, sea por falta de excitación, sea por anorgasmia, la mujer empieza a preocuparse y, en sus futuras relaciones, está más interesada en resolver el problema que en dejarse llevar por la sensación de placer de ahí que estos tratamientos se orienten fundamentalmente a reducir la ansiedad que conlleva el miedo al fracaso.
Para ello hay que enseñar a los dos miembros de la pareja a tener una relación de tipo erótico en la que no se pretenda ningún objetivo concreto; se procura que aprendan a estar juntos sin buscar la excitación ni, mucho menos, el orgasmo, para lo cual, una de las principales condiciones es prohibir el coito.
Al no verse obligada a «sentir» y, sobre todo, al no tener que aceptar mas caricias que las que realmente le apetecen, la mujer se tranquiliza, esta a gusto y, después de unas cuantas sesiones, empezará a excitarse.
Una vez conseguido esto, se instruye a los dos miembros den la pareja para que la mujer llegue a su orgasmo de la forma más fácil para ella, recordándoles que no hay dos tipos de orgasmo. Unas mujeres tendrán sus orgasmos durante el coito y otras no, siendo ambas perfectamente normales desde el punto de vista sexual.