Educación cívica
Un símbolo representa metafórica o icónicamente una realidad, comunica, informa y remite un mensaje; el símbolo está compuesto por un significante (lingüístico como sucesión inmutable de fonemas que constituye la palabra, icónico por su semejanza o alusión a una realidad, convencional por común acuerdo de las personas, o natural como efecto físico-químico), y por un significado (su representación en nuestra mente).
Ante las circunstancias cívicas educativas (mes cívico, fiestas o fechas cívicas, etc.) los sistemas nacionales de educación están expuestos a una fuerte carga simbólica que hace alusión a las gestas emancipatorias e independentistas; el pabellón nacional, el escudo y el himno evocan una serie de acontecimientos y sucesos que establecieron un punto de partida relativo de la identidad nacional y de la soberanía, delimitando así un territorio y ciertas características o talante.
Detrás de los símbolos patrios o cívicos hay algo de historia y de mitología que se fusionan en una relación de sentimientos, ideologías, necesidades y aspectos políticos y bélicos (como significante); estos símbolos patrios forman parte de acervo identitario de los ciudadanos, y hoy, adquieren un significado diverso condicionado por las circunstancias globales, posiblemente más reforzado –como resistencia- o más debilitado –por indiferencia-.
Cada uno de los símbolos patrios tiene una relación dialógica diferencial con los ciudadanos; el pabellón o la bandera es el símbolo más popular y utilizado, mientras que el escudo y el himno tienen una vocación más protocolar y solemne. No obstante, cualquiera de ellos asume una condición especial en la medida que el ciudadano se encuentra lejos de su patria, aislado o amenazado, cumpliendo así una función de cohesión o de articulación identitaria entre su realidad y su referencia.