Educación preventiva
La educación preventiva permite dotar al niño y al joven de los recursos necesarios para adoptar decisiones autónomas con mayor libertad y menor vulnerabilidad, al tiempo que le prepara para manejar mejor los factores de riesgo social a los que inevitablemente deberán enfrentarse. Se considera necesario iniciar la educación preventiva desde la etapa infantil, que es cuando se ponen las primeras piedras de la personalidad y tal vez el momento más idóneo para inculcar al niño los valores del autocontrol, la autoestima, la empatía, el respeto a los demás, la tolerancia, etc.
La familia y la escuela son los agentes educativos fundamentales en estas edades, si bien la complejidad de la vida moderna, los requerimientos laborales de padres y madres, etc. hacen que esa responsabilidad se delegue cada vez más en la escuela y en unos maestros a los que cada vez se les exige más y en ámbitos cada vez más diversos, pero a los que no siempre se les proporcionan los recursos necesarios para que desempeñen eficazmente su importante función.
La coordinación de los esfuerzos de la familia con el trabajo educativo que la escuela realiza sería, sin duda, unas de las acciones más eficaces en el último y común objetivo de capacitar a nuestros hijos para vivir en la sociedad que les ha tocado vivir.