El positivismo en México
En México, la reforma planteada por Gabino Barreda fue bienvenida por los liberales, puesto que, en las condiciones de la conquista ya lograda, el positivismo era un magnífico sustento teórico para mantener el orden.
El partido liberal encontró que el positivismo podría sustituir a la iglesia, pero conservando las ventajas que tenía la iglesia como un medio de dominio.
Así el positivismo establecía la imposibilidad de que la mayoría de la población pensara, siquiera, en tener una participación en el gobierno, favorecía el conformismo y la idea de que cada quien debía resignarse a su posición económica; exigía la fe ciega en las verdades demostrables de la ciencia positiva; consideraba al gobierno como el mejor de los regímenes políticos y no debía tocarse por nada ni nadie; aspiraba a apoderarse de la conciencia de los mexicanos para dirigirlos convenientemente a los objetivos de la burguesía en el poder y, finalmente, deformar los intereses reales de los campesinos, de los trabajadores urbanos y de los intelectuales. En conclusión: anulaba cualquier peligro para el régimen establecido.
“Con los propósitos antes enunciados se introdujo en México la reforma en la enseñanza, de acuerdo con las perspectivas ofrecidas por la filosofía positivista adoptada por Barreda.
La fundación de La Escuela Preparatoria, institución clave de toda la nueva enseñanza, separó la educación secundaria de la instrucción profesional. En los cursos preparatorios se abarcó, de manera integral, el conjunto de las ciencias positivas, conforme a un plan de estudios único para todos los alumnos y dispuesto por orden de la generalidad decreciente y de la complicación creciente de las disciplinas.
Se proscribieron todas aquellas materias que pudieran suscitar polémicas religiosas, sustituyéndolas por el estudio de las ciencias basadas en el método experimental. A la vez, se excluyó la enseñanza de la economía política en la Escuela Nacional Preparatoria y en los cursos que se mantuvieron de esa materia en algunas escuelas profesionales, se tuvo el esmero de evitar la exposición de los descubrimientos y de las consecuencias extraídas por Marx.
Todavía en 1910, Justo Sierra insistía en los méritos de la enseñanza positivista y en que la ciencia era un elemento aglutinante y fundamental.”
Fuente: Teoría del conocimiento de la facultad de contaduría y administración, UNAM.