El régimen de la verdad
Según el idealismo lógico la verdad significa la concordancia del pensamiento consigo mismo; es decir, nuestro pensamiento concuerda consigo mismo cuando está libre de contradicciones. El concepto inmanente e idealista trae consigo necesariamente el considerar la ausencia de contradicción como criterio de la verdad. [Para descubrir la verdad en este criterio es necesario hacer que el discurso sea congruente entre sus postulados, por lo tanto se trata de una función que obedece enteramente al sujeto].
Otro criterio de la verdad consiste en la presencia o realidad inmediata de un objeto. Según esto, son verdaderos todos los juicios que descansan en una presencia o realidad inmediata del objeto pensado. La peculiaridad de la certeza intuitiva consiste justamente en que no puede ser probada de un modo lógicamente convincente, universalmente válido, sino que sólo puede ser vivida personalmente. [Para que pueda darse la verdad es necesario que tengamos el referente de la realidad. Aquí estamos hablando de la relación necesaria sujeto-objeto].
Todo conocimiento científico posee validez universal. Cabe identificar el conocimiento científico con el conocimiento universalmente válido. Si alguien quisiera, por ejemplo, justificar las leyes supremas del pensamiento acudiendo al sentimiento de evidencia que acompaña la comprensión de estas leyes, y dijese, verbigracia: “estos juicios son verdaderos, porque me siento íntimamente compelido a tenerlos como verdaderos”, ello significaría renunciar a la validez universal y, por ende, poner fin a toda filosofía científica.
En la esfera del ser y el devenir reales no podemos dar un solo paso de conocimiento, si no partimos del supuesto de que todo cuanto sucede tiene lugar regularmente, está dominado por el principio de la causalidad.
La filosofía descubre la verdad. Cada hombre ha de atenerse a este hecho: hay verdad. Pero la verdad es palabra de razón, palabra que interroga por el ser y que da razón del ser. Antes de la verdad, hay la palabra sincera de la veracidad [idea sostenida igualmente por Gadamer], la cual expresa actitudes o intenciones subjetivas [aquí subjetivo se entiende como razón]. La razón instaura en la vida el régimen de la verdad.
La palabra siempre produce efectos. Los produce más hondos, si es una palabra nueva. Entonces alcanza a la propia forma del ser humano. La mente receptora no se limita a registrar la novedad. Menos aún cuando la palabra nueva no trae sólo un mensaje, sino un nuevo régimen. La verdad es un régimen. La base no está, pues, en las verdades conocidas, en un saber logrado y acaudalado. El régimen de la verdad se encuentra sólo en la disposición a basar la vida en la verdad, y no en otra cosa.
El gran hallazgo consistió en descubrir que la vida humana está basada: hay que basarse o fortificarse en lo común. Este hallazgo coincidió con el de la razón, que es buscadora de verdades. Y este proceso de la razón para descubrir la verdad viene precedido por la duda, porque sin dudas no se accede a las verdades. La duda es el afán de la verdad.
El ser conocido es ser comunicado. Se piensa con palabras, y sólo con palabras. El acto primero de la ciencia consiste en dar nombres [conceptos]. Las palabras de razón presentan o representan las cosas, por esto no se dirigen a ellas, sino a los hombres. Faltar a la verdad es querer salir de la base común [el fundamento], sin lograrlo. Y todo esto es posible porque la relación de verdad, siendo una relación verbal, es por ello esencialmente verificable.
Fuente: Teoría del conocimiento de la facultad de contaduría y administración, UNAM.