El self o si – mismo
El concepto del si – mismo deriva de otro concepto jungiano el de ánima. En las primeras obras de Jung, el ánima era la parte oculta o «sombra» del inconsciente femenino (cualidades femeninas) del hombre. En su últimas obras cuando el ánima se hace consciente, es equiparada al proceso alquimista (Jung era un gran estudioso de la alquimia), donde se unen los elementos conscientes e inconscientes.
Siempre que el individuo promueve y saca a la luz, vivencialmente, su ánima, la personalidad experimenta grandes y profundos cambios. El sí-mismo es el resultado de la confluencia en la psique de la parte inconsciente del ánima y la conciencia.
La armonía de la parte inconsciente y consciente del sujeto se encuentra en el sí-mismo, verdadero núcleo de la entropía psicológica.
Esta integración de la personalidad está muy bien representada en la cultura oriental por el símbolo de la «Mandala» que reviste la forma de un cuadrado o círculo con un punto central.
El mandala representa la conciliación de lo opuesto, del bien (lo divino) y del mal (lo demoniaco), de lo consciente y lo inconsciente del hombre. El punto central de la mandala representa para Jung la meta del si-mismo la producción de un nuevo centro de la personalidad.
Jung llegó a identificar las visiones de los ovnis en su obra «Sobre cosas que se ven en el cielo» con la necesidad del mandala que llevamos dentro.
Los mandalas vienen de la edad media, aunque se encuentran en los arquetipos de todas las épocas. Los mandalas del cristianismo presentan a Cristo en el centro con los cuatro evangelistas, o sus símbolos, en los puntos cardinales.
La astrología, en la que Jung también se interesó, representa mandalas similares. Los distintos complejos de la personalidad pujan por imponerse, como centros autónomos que son.
Si uno de ellos se impone desequilibra la psique, produciendo trastorno mental y conflictos internos. El equilibrio solo se logra a través de la «individuación» atendiendo a los distintos aspectos de la personalidad.
El self (sí – mismo), hay que resaltar este punto, es lo opuesto al yo. El yo es un complejo, en el que el «ego» es su parte más consciente. En cambio el self es un arquetipo equilibrador de las partes conscientes e inconscientes del sujeto.
Aquí anotamos la influencia del concepto del self en la psicología más actual como la constructivista y las nuevas tendencias del psicoanálisis y la psicología humanista – experiencial.
La salud mental del sujeto equivale al proceso adecuado del self, que atiende tanto a los elementos de la conciencia como a integrar adecuadamente los aspectos relevantes del mundo inconsciente.
Si las experiencias del inconsciente no son adecuadamente atendidas y simbolizadas se produce malestar emocional. En este punto Jung se adelantó a los psicólogos humanistas como Rogers y la terapia gestalt.
Fuente: Apuntes Análisis del discurso visual de la U de Londres