Esplendor del periodo clásico
El periodo clásico existió gran heterogeneidad en los modos y niveles de cultura entre los pueblos que habitaban las diferentes regiones de lo que llegó a ser territorio mexicano. De hecho, se acentuaron los contrastes entre el ámbito mesoamericano, donde prosperaba la alta cultura, y las distintas regiones norteñas, con poblaciones de mucho menor desarrollo. Aunque a su vez, algunos grupos norteños practicaban ya la agricultura, había otros que seguían manteniéndose por medio de la recolección y la caza.
Lo anterior evidenció una especie de gran frontera cultural entre lo mesoamericano y norteño.
Mesoamérica alcanzó su mayor expansión en la época clásica, donde logró concretar cinco extensas regiones, con grandes variantes y afinidades. Tales zonas son: la del Altiplano central, del Golfo, de Oaxaca, del Occidente, y del ámbito mayense.
Se cree que a partir del último milenio a. C. comenzaron a desplazarse los pueblos norteños, cuya residencia fue lo que hoy son Utah y buena parte de Arizona, extendiéndose por el rumbo del suroeste hacia Chihuahua, Durango, Nayarit, Sinaloa y Sonora. Estos pueblos hablaban lenguas del tronco lingüístico Uto-azteca (como el náhuatl).
Desde varios siglos antes de la era cristiana, la mayoría de los grupos uto-aztecas practicaban ya la agricultura y empezaban a elaborar trabajos de cerámica. Sin embargo, ninguno de estos pueblos había creado centros de importancia, ni desarrollado formas complejas y eficientes de organización social, económica, política y religiosa. Además no conocieron la escritura ni otras creaciones culturales como la escultura o la pintura mural.
La irradiación cultural proveniente del centro de México dejó huella más profunda entre los llamados indios Pueblos, establecidos en el norte de Chihuahua y en territorios de Arizona y Nuevo México. La difusión cultural mesoamericana, en el caso de los grupos uto-aztecas, no rebasó lo que hoy es Sinaloa.
Mientras que los pueblos hokanos que no se encontraban tan apartados del ámbito mesoamericano, como los de Nuevo León y Tamaulipas, asimilaron escasamente o nada la alta cultura.