Estrategia creativa
El oficio del diseñador gráfico encuentra una de sus mayores áreas de aplicación en el terreno de la publicidad, a través de la elaboración de anuncios, por lo general llamados comerciales. La elaboración de anuncios exige un desarrollo creativo tanto en la propuesta de diseño como en la multiplicación del acto comunicativo en sí mismo, echando mano de una serie de habilidades técnicas y cognitivas por parte de su creador.
Al hablar de estrategia nos adentramos propiamente en el universo del cómo, el cual suele ser más complejo que el hecho de contestar a una pregunta, encaminándonos hacia la forma en que las ideas se conjugan para dar respuesta a una necesidad creativa en particular. En efecto, la estrategia comprende el cómo, el modo de llevar a cabo las cosas y por ende avista una serie de procesos que nos permiten responder de manera eficiente o no ante un caso en particular.
En Creatividad Aplicada, nos enfocaremos a una serie de procedimientos en la elaboración de anuncios, no siempre de carácter visual, así como al análisis de los mismos, de tal modo que pongamos en marcha nuestro sentido práctico y creatividad.
La estrategia, se define como un conjunto de acciones coordinadas, que se expresa en forma clara y específica, en virtud de las cuales es posible lograr un objetivo. Referida al arte de planificar y dirigir las operaciones de guerra, una estrategia consiste en llevar a la práctica aquello que ya hemos dilucidado en la teoría, en situaciones paso a paso premeditadas. A cada uno de esos pasos, cabe señalar, les llamamos tácticas.
Pero, ¿cómo trabajan los creativos?
Se dice que para lograr un buen resultado, el creativo debe invertir un 10% de su inspiración (la propuesta de diseño) y un 90% de su esfuerzo. Lo cual es bastante atinado. Comúnmente, el proceso creativo abarca cinco etapas que son la preparación, la incubación, la iluminación, la verificación y la continuidad.
1. Preparación. Una vez definido el caso, el diseñador debe involucrarse con el producto o servicio al cual va a dedicar su esfuerzo e inspiración. Debe experimentarlo por sí mismo, de tal modo que crea en sus atributos o beneficios, y que comprenda lo que puede llegar a representar para un cliente.
2. Incubación. Luego de que nos hemos involucrado con el producto, es necesario darle un tiempo a la mente, para que el inconsciente se encargue de generar ideas, es decir, evocar imágenes de todo tipo que más adelante nos ayuden a configurar un esbozo del anuncio.
3. Iluminación. Se trata del momento en el que llegan las ideas y nos entusiasman. Empero, las ideas surgen en el lugar y momento menos esperado, razón por la cual es necesario tener un mecanismo propio para preservarlas. Al estar en grupo, se pueden desarrollar técnicas para manifestarlas de manera más o menos espontánea, tal es el caso de la lluvia de ideas, la cual suele funcionar bien siempre que se lleve a cabo en orden, sin intimidaciones y con el propósito de llegar a un consenso general.
4. Verificación. Es una etapa que está encaminada a medir la realidad, sometiendo la propuesta creativa a una muestra de la audiencia o mercado meta. En este caso, el creativo debe ser humilde para enfrentar los riesgos de una crítica y para hacer adecuaciones si es que el mensaje no se logra de primera instancia.
5. Continuidad. Si la propuesta creativa alcanza gran interés luego de ser verificada, vale la pena conservarla por algún tiempo, hasta que ésta pierda vigencia, competitividad o capacidad de persuasión. Lo que en algunos casos ocurre –incluso– después de mucho tiempo. Por ejemplo, existen lemas que han durado años y que simplemente se readaptan paulatinamente a los nuevos grupos de consumidores
Fuente: Apuntes de Creatividad Aplicada al Diseño de la Universidad de Londres