Evolución histórica de las relaciones públicas
Entre los teóricos que han intentado elaborar una historia de las relaciones públicas, nos encontramos con dos tendencias antagónicas: Una la concibe como el resultado de todas las manifestaciones informales de ésta a lo largo de la historia; mientras que la otra afirma que las relaciones públicas surgieron cuando se ejercieron por primera vez de manera formal.
La primera tendencia se basa en que todo tiene un antecedente y un consecuente; enmarca a las relaciones públicas como fenómeno social y afirma que en todo tiempo y en todo lugar se han dado manifestaciones de esta actividad.
Esta tendencia señala que el hombre nace con impulsos y objetivos de dependencia y asociación en grupos más o menos formales y amplios.
Desde sus orígenes, el hombre ha hecho esfuerzos para comunicarse con sus semejantes, y tanto el control de las actividades humanas como la influencia en la opinión pública son fenómenos universales en el tiempo y en el espacio.
Según los seguidores de ésta corriente, las relaciones públicas surgen con la integración de los hombres en comunidades; para ellos los esfuerzos de los hijos de Adán y Eva por mantenerse unidos, el hecho de que el hombre del paleolítico buscara la cohesión interna de su tribu o el de que el hombre del neolítico comercializará un pedazo de piel por un hacha de piedra, son las primeras manifestaciones de las relaciones públicas.
Los otros teóricos, contrarios a estos puntos de vista, se oponen a juzgar y calificar hechos históricos con criterios del presente, ya que según ellos, esto impide la comprensión del verdadero sentido, de la interpretación objetiva de un suceso histórico.
Esta corriente no considera como antecedentes de las relaciones públicas hechos que sólo son manifestaciones de las relaciones entre los hombres de aquellos tiempos.
Plantea que sólo por que en diversos hechos históricos se hayan dado uno o varios aspectos de los que actualmente forman, sólo una parte, de los recursos y métodos de la profesión, no quiere decir que sea posible calificarlos como relaciones públicas.
Aunque de estos hechos históricos resultaron uno o varios aspectos de difusión, de propaganda, de comunicación entre hombres y grupos, de orientación ideológica y política, de información e incluso de opinión; para los contrarios a la primera tendencia, éstos son sólo verdaderos intentos de proyección de imagen y de sensibilización de grupos, pero no quiere decir que hayan contado con el conjunto básico de elementos articulados que revelan la acción conciente, intencionada y deliberada que para ellos caracteriza a las acciones y desarrollo de las relaciones públicas.
Con la intención de dar validez a ambos enfoques Bonilla (1999) aporta una visión completa, pero sintética del surgimiento de las relaciones públicas al clasificar su historia de la siguiente forma:
Orígenes. Desde la aparición del hombre hasta la aparición de la máquina.
Antecedentes Históricos. Desde la aparición de la máquina hasta la integración de las relaciones públicas a la organización.
Historia Real. Desde la integración de las relaciones públicas a la organización hasta nuestros días.
Durante la primera mitad del siglo XX las relaciones públicas eran concebidas como una técnica para conseguir el favor de los públicos que rodeaban a la organización. Después los empresarios notaron la necesidad de atender, además de las demandas y reclamos de los clientes y usuarios; también las exigencias, puntos de vista y opiniones de las demás personas participantes en el proceso socioeconómico de la empresa, surgiendo así las relaciones públicas como una función psicosocioadministrativa determinante para la conciliación de intereses, actividades y opiniones de todos los públicos participantes en la actividad empresarial cotidiana.
Fuente: Apuntes de Mercadotecnia y Publicidad de la Universidad de Londres