Expansión del núcleo colonial
En 1519 hasta los años que siguieron a la caída de México-Tenochtitlan, los españoles tuvieron oportunidad de recorrer una vasta región continental; por lo que una vez vencido el pueblo azteca y asegurado el dominio español en varios sitios estratégicos como Veracruz y la región de los lagos centrales se intensificaron las campañas de exploración.
Cristóbal de Olid visitó Michoacán; otros llegaron a las provincias costeras de occidente y el sur, como Juan Álvarez Chico y Alonso de Ávalos que penetraron en Colima; Francisco Cortés exploró Nayarit; Pedro de Alvarado llegó hasta Tehuantepec, además de emprender la conquista de Guatemala; Garay viajó al Pánuco y fundó la villa de Victoria Garayana.
Una de las expediciones fue la que condujo Cortés rumbo a las Hibueras, cuyo propósito era buscar un estrecho que uniera las aguas del Atlántico con las del Pacífico.
Durante la época de la primera audiencia cuando se inició realmente el poblamiento español en los territorios que habitaban los purépechas o tarascos. El dirigente de dicho movimiento expansivo fue Nuño de Guzmán. El objetivo inmediato era saquear Michoacán, donde se suponía la existencia de ricos tesoros que guardaban ocultos los señores locales. Posteriormente se pretendía conquistar las tierras que habitaban los grupos genéricamente llamados chichimecas.
En Tzintzuntzan, Nuño de Guzmán mandó dar tormento a Tangaxoán, el gobernante purépecha, para obligarlo a entregar el oro que supuestamente escondía.
Los expedicionarios invadieron luego Jalisco, dejando a su paso una huella de muerte y destrucción. Un grupo se internó hasta Zacatecas, de donde volvió apresuradamente por no haber hallado poblados ni abastecimientos.
Posteriormente, la columna avanzó por territorios de Nayarit y, después de fundar allí la villa del Espíritu Santo (más tarde Compostela), llegó finalmente a Sinaloa. En aquella apartada región fundó otra villa; San Miguel de Culiacán. Un grupo de avanzada atravesó la Sierra Madre y recorrió las llanuras de Durango, sin embargo la expedición volvió a Culiacán.
Un número indescifrable de indígenas perecieron a manos de los conquistadores. Muchos cayeron en encuentros frontales; y otros más fueron muertos o mutilados aún cuando permanecieron en actitud pacífica. Bajo pretexto de rebeldía, los vencidos fueron reducidos a esclavitud o, en el mejor de los casos, repartidos en encomienda.
Los territorios conquistados por Nuño, recibieron el nombre oficial de Nueva Galicia; éste permaneció en dicho reino, hasta que fue llamado de la ciudad de México para someterse a juicio de residencia.
Años después de haber abandonado el reino, en 1541, se rebelaron los indios cazcanes, que habitaban en Jalisco y Zacatecas.
Esta guerra, llamada del Mixton, mostró la capacidad combativa de los indios fronterizos y fue un anuncio de lo que podía ocurrir en caso de nuevos avances hacia el norte.
En 1536 arribaron a Culiacán, procedentes del norte, Alvar Núñez Cabeza de Vaca y tres compañeros suyos. Éstos habían llegado ocho años antes a Florida en una expedición, quedando como los únicos sobrevivientes de aquel grupo español.
Alvar manifestó la existencia de grandes ciudades en la región del norte.En su búsqueda, salieron dos expediciones:
En 1539, la de Fray Marcos de Niza, la cual llegó hasta Nuevo México.
Y en 1540-1542, la de Francisco Vázquez Coronado, que se internó hasta la región de Kansas.
Las expediciones que atrajo a los conquistadores fue la de por vía marítima. Cortés fue el primero que envió gente suya a navegar en busca de nuevas tierras insulares o continentales. Por tanto, salieron dos expediciones sucesivas: una de las embarcaciones de la segunda expedición llegó a las costas de la península de California, la que se tuvo entonces por una inmensa isla. El hallazgo en ese lugar, de placeres perleros, incitó al propio Cortés a encabezar personalmente la siguiente expedición.
En 1535, Cortés arribó a las costas de California con la intención de fundar allí una colonia. Este proyecto fracasó, ya que el abastecer de provisiones a los pobladores era de gran dificultad. Las condiciones geográficas de la región, así como el hecho de que la población nativa no tuviera conocimiento de la agricultura, obligaba a transportar las provisiones desde los puertos de tierra firme.
Las expediciones de Juan Rodríguez Cabrillo (1542) y de Sebastián Vizcaíno (1596 y 1602), demarcaron parte de los litorales de California peninsular, que después se llamó Alta California.
A los españoles también se les dificultó el acceso y el establecimiento en la zona peninsular de Yucatán. En esta región, ocuparon posiciones estratégicas y fundaron varios centros de población, desde donde se ejerció gran poderío sobre las numerosas comunidades indígenas. Pero no fue hasta finales de 1527, cuando el ejército español, bajo la dirección de Francisco de Montejo, hizo una entrada con fines de conquista y poblamiento de dicha península.
Veinticinco años después de la caída de México-Tenochtitlan, la ocupación española no había podido extenderse más allá de las fronteras septentrionales del mundo mesoamericano.
El español necesitaba de indios que tuviesen una organización social y económica capaz de redituarles beneficios; el grado de desarrollo de las comunidades indígenas de Mesoamérica favoreció el establecimiento de las nuevas relaciones sociales de producción que habrían de caracterizar al régimen colonial, lo que no lo permitieron otras zonas del continente. Por ejemplo, los españoles al recibir una encomienda y, con ella, el beneficio del trabajo comunal de los indios, aprovechaba la capacidad productiva que ya había desarrollado la respectiva comunidad.
Sus características formas de vida y su capacidad para eludir el contacto dificultaba de modo casi insuperable su sometimiento al régimen de encomienda.
Los jesuítas fueron también elemento decisivo para la ocupación española de Sinaloa, Sonora y parte de Arizona. El movimiento fue lento pero ininterrumpido. Avanzaron hacia el norte, dejando a su paso una larga cadena de establecimientos misionales. Gradualmente, los movimientos de expansión siguieron un patrón fijo: los misioneros penetraban en nuevos territorios, establecían contacto con los indios, organizaban a estos en centros misionales y, como resultado de esta labor, creaban condiciones favorables para la ulterior colonización civil.
La conquista de los indios Pueblos se inició en los últimos años del siglo XVI. Los indios Pueblos, a diferencia de los demás grupos del norte, llevaban una vida sedentaria, lo que simplificó el trabajo de los misioneros, ya que lo único que hicieron fue introducirse en las comunidades existentes, buscando influir en ellas pero sin tratar de alterar su organización socioeconómica tradicional.
A finales del siglo XVI, los colonos franceses se establecieron en la desembocadura del río Mississippi; posteriormente lograron adueñarse de esta zona, a la que se le dio el nombre de Luisiana. Los españoles se conformaron con ocupar Texas, más que nada para impedir una posible invasión francesa. Por primera vez en la historia, la frontera de la Nueva España colindaba con posesiones coloniales de una potencia europea.