Fenómeno del conocimiento
El fenómeno del conocimiento desde los presocráticos y básicamente desde Platón, se ha pensado como un proceso que se da a partir de dos relaciones del conocimiento, la relación epistemológica y la relación lógica.
La relación con la que se inicia el proceso del conocimiento es la epistemológica, en ella el sujeto cognoscente se pregunta por el objeto de estudio, buscando figurarse la interdependencia y función de los objetos, así como hallar las causas de su origen.
La segunda relación del conocimiento es la lógica, la cual habría de diferenciar en principio de aquella lógica creada por la ciencia griega como herramienta auxiliar para la elaboración del discurso científico.
La lógica relacionada con el proceso del conocimiento tiene que ver con el logos y su funcionamiento, pues éste es lógico por naturaleza, es decir el hombre no necesita aprender lógica para hablar lógicamente, él es un ser lógico.
La lógica natural se regula por el principio de contradicción planteado por Aristóteles en su Metafísica y, en el que señala: Es imposible que una y la misma cosa sea y no sea al mismo tiempo.
Es decir, el sujeto no puede decir que un ente es dos cosas al mismo tiempo, la cosa es esto o lo otro y nunca dos cosas a la vez, independientemente que sea o no verdad lo que se diga sobre ella.
Sin embargo, el conocimiento no sólo se construye mediante las relaciones epistemológica y lógica, como lo señala el filósofo Eduardo Nicol, el proceso del conocimiento se constituye además por la relación histórica y dialógica.
El conocimiento como producto cultural y elemento de la realidad es histórico, lo cual significa que para saber lo que son las cosas en el presente se requiere conocer lo que se ha dicho sobre ellas en el pasado, pues “la articulación dialéctica entre el paso y el presente, es la clave de la historia”.
Por esta razón, para el conocimiento científico no es posible conocer lo que son las cosas sin saber lo que se ha dicho sobre ellas en el pasado, así como no es posible realizar un descubrimiento sin saber de las cosas que se han hablado a lo largo del tiempo.
Finalmente aparece la relación dialógica, la cual unifica a las tres anteriores formando con ellas el proceso del conocimiento.
Como ya se ha señalado, el hombre expresa lo que son las cosas representándolas simbólicamente, sin embargo cabría preguntarse ¿para quién realiza dicha representación? Como señala Eduardo Nicol, “el logos implica siempre a la vez una intención comunicativa y un contenido significativo”, es decir el hombre habla de las cosas para relacionarse con su semejante y de esta forma lograr la vinculación dialógica que los aproxime al conocimiento de las cosas, ya que un hombre a solas frente a la cosa no podría llegar a captarlo.
Ahora bien, la forma más elemental que tiene el hombre de dar razón (hablar) de las cosas es el uso de símbolos verbales (nombres). El nombre no se lo damos a la cosa: ella no lo recibe ni lo exhibe. El nombre se lo damos a alguien para que entienda de qué cosa estamos hablando.
El interlocutor entenderá sin vacilaciones, si él también adoptó el mismo nombre para la misma cosa. Esta vinculación con el otro es posible por la comunidad de entendimiento. El proceso del conocimiento culmina en el reconocimiento de la cosa por dos sujetos.
Una vez planteadas las ideas elementales sobre el fenómeno del conocimiento como procedimiento, aparece la necesidad de realizar la siguiente pregunta, ¿qué es lo que produce el sujeto a lo largo del proceso del conocimiento?
Es necesario plantear dicha cuestión, pues el conocimiento es un fenómeno sistemático, el cual se forma por la unidad pregunta-respuesta. Por lo que sólo reflexionando de este modo dicho fenómeno, se puede tener una noción más o menos clara y completa de él.
Fuente: Apuntes de la materia Principios y Técnicas de investigación de la FCA UNAM