Forma – función
La tarea del diseño consiste en configurar, en dar forma a los objetos; sin embargo, como éstos implican una relación directa con el hombre, la tarea queda condicionada de modo que no se trata de dar forma por la forma, sino de definirla a partir de la utilidad.
Dotar a los objetos de la peculiar y específica configuración que permita mejorar su función como útiles, su servicio y su relación con el hombre: tal es el quehacer del diseñador.
Al diseñador corresponde proyectar de manera coherente la disposición de los elementos que serán sometidos a la percepción de los usuario, por ello se le considera fundamentalmente un organizador de estructuras.
El proceso de diseño se determina por la coherencia formal que implica tanto la resolución funcional y operativa como la forma visual.
La forma es inherente a los objetos. Todo ente tangible posee presencia física que no es sino la determinación exterior de la materia cuya forma queda subordinada al servicio para el cual está destinado.
Fuente: Metodología del diseño de la U. de Londres.