Grabación de información sobre superficies magnéticas
Los materiales ferromagnéticos se caracterizan porque se magnetizan de forma permanente cuando se les aplica un campo magnético externo. Normalmente el campo externo se genera eléctricamente.
Esto no les ocurre a los materiales diamagnéticos, que son repelidos por los campos magnéticos y no se magnetizan, ni a los materiales paramagnéticos, que son atraídos por los campos magnéticos y tampoco se magnetizan.
Un material ferromagnético se caracteriza por sus curvas de magnetización e histéresis. Supongamos que el material ferromagnético está originariamente desmagnetizado (punto a de la siguiente gráfica). Conforme se incrementa el campo magnético externo H, también se incrementa la magnetización inducida M, hasta que se alcanza el valor de saturación (punto b).
La curva entre los puntos a y b se denomina curva de magnetización. Si ahora reducimos el campo externo, la magnetización inducida también se reduce, pero no sigue la curva original. El material retiene una cierta magnetización permanente denominada magnetización remanente, que persiste incluso cuando se anula el campo externo (punto c).
Si reducimos aún más el campo externo (sentido opuesto) podemos llegar a anular la magnetización remanente (Punto d), y si continúa la reducción se crea una magnetización inducida de sentido opuesto, llegándose también en este caso a un valor de saturación (punto e). Si ahora vamos reduciendo el campo externo hasta anularlo, el material queda con una magnetización remanente de sentido opuesto a la anterior (punto f).
Para anular esta magnetización remanente debemos aumentar el campo externo (con el sentido original) hasta alcanzar el punto g, y si seguimos aumentando llegamos de nuevo a la saturación (punto b), con lo que se completa el ciclo de histéresis.
Los materiales ferromagnéticos tienen por tanto dos valores estables de magnetización, uno norte, correspondiente al punto c de la gráfica y otro sur, correspondiente al punto f. Estos dos estados de magnetización remanente que se mantienen en ausencia de campo externo son los que se utilizan para codificar la información binaria cuando se utilizan los materiales ferromagnéticos como soporte de memoria.
Los procesos de lectura y escritura sobre las superficies ferromagnéticas de un disco (habitualmente de óxido de hierro) se realizan a través de una cabeza de grabación compuesta por un núcleo de hierro en forma de herradura y dos bobinas conductoras, una para escritura y otra para lectura.
La cabeza opera muy cerca de la superficie, de forma que casi vuela sobre ella, sobre el colchón de aire formado por su propio movimiento. Debido a esto, están cerrados herméticamente, porque cualquier partícula de polvo puede dañarlos.
Escritura: Se hace pasar por la bobina de escritura una corriente que crea un campo magnético en el núcleo de hierro que se cierra a través de la pequeña región de la superficie magnética que en ese momento está bajo la cabeza, dejando una magnetización remanente del mismo sentido que el campo de la bobina.
Lectura: Se mueve la superficie magnética previamente grabada por debajo de la cabeza. Cada variación de flujo producida por las pequeñas áreas magnetizadas inducirá una pequeña tensión en la bobina de lectura. Amplificando e interpretando adecuadamente estas tensiones podemos reconstruir en forma de señal eléctrica digital los valores grabados en la superficie del disco.
Los discos magnéticos actuales disponen de AUTOPARK o aparcamiento automático de las cabezas, que posiciona las cabezas en un lugar fuera del alcance de la superficie del disco al apagar el ordenador. Esto evita posibles daños en la superficie del disco cuando la unidad es sometida a vibraciones o golpes en un posible traslado.
Fuente: Estructura de Computadores, Facultad de Informática, UCM