Homosexualidad masculina
La homosexualidad es la tendencia a reaccionar erótica o sexualmente ante los estímulos procedentes de individuos del propio sexo. Este tipo de conducta se encuentra tanto entre los hombres como entre las mujeres, recibiendo, en este último caso, el nombre de lesbianismo, en recuerdo de la poetisa griega Safo de Lesbos.
La atracción entre personas del mismo sexo es tan antigua como la humanidad misma y se encuentra en la mayoría de pueblos y civilizaciones.
Muchas personas piensan que esto constituye una prueba más que suficiente de que es una actividad sexual normal; otras, en cambio, piensan que se trata de conductas aberrantes o antinaturales.
Así pues, nos hallamos ante un tema controvertido que, aun en nuestros días, sigue dividiendo a la opinión pública.
De todas formas, en las última décadas, y gracias a la lucha llevada a cabo por los movimientos de liberación gay, se ha producido algunos cambios; en algunos lugares del mundo empiezan a reconocerse los derechos de los homosexuales y, dentro de la sociedad, las personas que los aceptan son cada vez más numerosas.
Las investigaciones realizadas con animales en libertad demuestran la existencia de conductas homosexuales entre ellos. Por otra parte, los estudios transculturales han puesto de manifiesto que en la mayoría de civilizaciones aparecen muestras de conductas homosexuales.
Así, en el ya clásico trabajo de los doctores Ford y Beach (1948), se vio que, en el 64% de las 76 sociedades estudiadas, distintas de la nuestra, las actividades homosexuales de un género u otro eran consideradas normales y aceptables para ciertos miembros de la sociedad.
También descubrieron, y tal vez esto sea lo más importante, que en muchas de las sociedades represivas, es decir aquellas en que se condena la homosexualidad, esta también se practicaba, aunque en menor grado.
A lo largo de la historia, en las sociedades represivas, la homosexualidad ha suscitado todo tipo de reacciones, algunas difíciles de entender por lo irracionales.
Sin duda,la Iglesiay la propia ciencia han contribuido a ello. En el siglo XIII, Santo Tomas de Aquino dijo que la homosexualidad era algo antinatural a los ojos de Dios y de los hombres; por este motivo, precisamente, Dios había castigado a Sodoma y Gomorra con azufre y luego.
Por lo que respecta a la ciencia médica, los primeros investigadores de la conducta sexual en psiquiatría consideraron la homosexualidad como un trastorno mental.
El enfoque menos apasionado y más racional de la homosexualidad se inicia, básicamente, con el informe Kinsey. Este autor y sus colaboradores Pomeroy y Martín publicaron en 1948 una investigación en la que habían entrevistado a más de 5,000 hombres americanos acerca de sus conductas sexuales.
A la vista de los resultados, concluyeron que el 37% de los varones pospuberales habían tenido por lo menos un contacto homosexual con orgasmo.
Esta cifra alcanzaba el 50% si solo se incluían aquellos hombres que no se casaban hasta después de los 35 años. Ante unas cifras tan elevadas, ya no era posible seguir manteniendo la teoría de que se trataba de una conducta anormal, propia de unas minorías marginadas, como se había venido sosteniendo, Kinsey, además, introdujo la teoría del continuum, según la cual la conducta sexual no esta dividida en categorías separadas y contrarias; homosexualidad y heterosexualidad no son compartimientos estancos, sino dos extremos de un continuum en que podemos situar a toda la población, dependiendo de su grado de atracción hacia personas del propio sexo o del opuesto.
En otras palabras, hay heterosexuales puros y homosexuales puros y luego queda una gran parte de la población que puede presentar ambas conductas con frecuencias variables según las épocas y las circunstancias. Ninguna de las teorías propuestas para explicar la homosexualidad ha podido ser demostrada científicamente.
El entusiasmo suscitado por los hallazgos de algún investigador se ha venido más tarde abajo al no poder ser confirmados por otros autores. Con frecuencia se tiene la desagradable sensación de que, muchas veces, se mueven más por sus ideologías personales que por un verdadero afán científico.
Ni las hipótesis genéticas ni las hormonales resultan convincentes. Entre las hipótesis psicológicas, la que más se adapta a la realidad es la teoría del aprendizaje; con todo, tiene algunos puntos débiles que quedan sin explicación.
En una suerte de solución de compromiso, se suele decir que la homosexualidad es el resultado de una interacción compleja entre lo biológico y lo ambiental, no obstante, tal vez seria más razonable pensar que la pregunta es inadecuada y que no tiene mucho sentido plantearse de dónde tiene la homosexualidad, cuando en un sentido riguroso, tampoco se podría demostrar de dónde viene la heterosexualidad.
En nuestros días, ya nadie se atreve a afirmar que la homosexualidad es una alteración psicopatológica. Sin embargo, no es tan extraño comentarios en los que se da a entender que el homosexual es una persona rara, cargada de problemas o con conflictos emocionales.
Investigaciones rigurosas realizadas sobre este tema han demostrado que muy frecuentemente los problemas psicológicos de los homosexuales provienen de no poder mostrarse como son y tener que vivir en un constante disimulo. Asimismo, cuanto más negativa es la valoración que los demás hacen del homosexual, tanto más perjudicada se ve su autoimagen.
Por último, los homosexuales que, por sus características personales, tengan más dificultades para relacionarse socialmente son los que presentan más alteraciones de tipo emocional. El hecho de no ocultar la orientación sexual, el ser aceptados por el medio que les rodea y el contar con una relación de pareja estable contribuyen en gran medida a preservarla salud mental de estas personas.