Humedad del aire, plantas y animales
Entre 60 a 85% del peso de una planta es agua. Pero el equilibrio hídrico de esta no sólo depende del agua disponible en el suelo, sino también de la cantidad que pierde por evaporación. Esto depende de la humedad del aire. Si el suelo alberga cierto grado de humedad pueden crecer plantas, pero la dureza de las condiciones en la superficie sólo permite crecer a especies capaces de retener la escasa humedad recogida. La evolución ha originado los cactos, que almacenan agua, y al reducir las hojas a espinas impiden la perdida del líquido por transpiración.
En otro extremo de adaptación están los árboles, las lianas, las epifitas y las especies que forman la selva tropical lluviosa, que medran en un medio, en que las lluvias constantes, la niebla y la humedad relativa del aire hace innecesarios los mecanismos destinados a retener o impedir su perdida por evaporación.
En los animales, la capacidad de mantener en ciertos niveles el porcentaje de agua en sus tejidos es tan importante como en las plantas.
Al alimentarse de sustancia orgánica elaborada y no depender de la cantidad de agua del suelo, es la humedad del aire la que, condiciona su capacidad de supervivencia.
Entre las especies terrestres, hay algunas (como anfibios y varios invertebrados) cuya piel permite en alguna medida la respiración del animal y, por tanto, es muy activa en el intercambio de agua con la atmósfera.
Las ranas o las lombrices, necesitan vivir en ámbitos húmedos, y las últimas sólo salen a la superficie cuando el aire es húmedo.
Las pérdidas de agua por transpiración, respiración, etc., se compensan por aportes, equivalentes: los animales beben, pero en muchos casos es suficiente el agua de sus alimentos para compensar dichas perdidas.
La atmósfera es un medio dinámico cuyas masas de aire están en constante movimiento, es un factor ecológico muy importante para todos los organismos vivientes que pueblan la superficie del planeta.