Índice de la semiótica
El viraje teorético de Peirce consiste en una sustancial revisión de su teoría de las categorías, revisión que gira sobre todo en torno a un profundo cambio en la Segundidad (Secondness) y a una renovación de su noción de índice, a las que se añadirán en los años siguientes otros enfoques: la teoría de la haecceitas en 1890 y, algunos años más tarde, la introducción de la posibilidad como categoría ontológica.
Pero el quicio y el primer motor de estas revisiones, como veremos, es precisamente la introducción de una nueva y sustancialmente definitiva noción de índice.
Con la reformulación de la categoría de la segundidad, el índice es entendido ahora como un signo que pone en contacto directamente, «físicamente», con el objeto.
Si el signo significa su objeto sólo sobre la base de una conexión real con él, como ocurre con los signos naturales y con los síntomas físicos, este signo es llamado índice.
El índice no afirma nada; solamente dice «¡Allí!». Agarra nuestros ojos, por así decir, y los dirige a la fuerza
(forcibly) hacia un objeto particular, y ahí se detiene.
Los pronombres demostrativos y relativos son casi índices puros, porque denotan las cosas sin describirlas. Peirce observa que, sin signos generales, que por el momento llama «réplicas» (tokens), y muy pronto denominará «símbolos», no habría generalidad en el discurso; pero los símbolos solos no bastan, porque no pueden establecer el objeto del discurso.
El índice hace referencia a la causa de que el signo exista. Por ejemplo, unas pisadas mojadas de agua en el suelo de la entrada, significan que alguien ha entrado sin limpiarse los zapatos y que posiblemente está lloviendo.
Como es bien sabido, Peirce considera que la tripartición de los signos en iconos, índices y símbolos es la clasificación más fundamental que puede darse del signo mismo.
Lo que distingue a estos tres tipos de signos es una diversa relación con el objeto, que si en el caso del icono es de semejanza y en el símbolo es fruto de una ley general o de una convención, en el índice se trata de una relación fáctica.
Un Índice es un signo que se refiere al Objeto que denota en virtud de estar realmente afectado por ese Objeto. El índice es el signo que está realmente influido, afectado (affected) por el objeto.
Inmediatamente después Peirce especifica que, para que esto ocurra, debe haber en él una cierta cualidad que sea común con el objeto mismo: aplicando estas afirmaciones a un ejemplo de índice que Peirce pone a menudo, tenemos que una veleta (weathercock) —que es un índice de la dirección del viento— indica el viento gracias a que tiene en común con él la dirección.
Lo que distingue al índice es el hecho de ser realmente modificado por el objeto, como en este caso.
La relación entre el índice y la segundidad es bastante clara: un índice es un signo en cuanto que es un individuo «segundo» (individual second), es decir, existente, efectivo.
Peirce distingue entre índice genuino y degenerado, según que la Segundidad sea una relación existencial o una referencia (reference).
La tarea principal del índice es hacer posible la identificación. El índice es el signo que fija aquello de lo que se habla, pero lo hace sólo dirigiendo la atención hacia el objeto, sin ninguna componente descriptiva.
Una de las muchas definiciones que Peirce da del índice, todas ellas semejantes, es la siguiente, en el Baldwin Dictionary:
«[Índice:]. Un signo, o representamen, que se refiere a su objeto no tanto por alguna similitud o analogía con él, ni porque esté asociado con caracteres generales que ese objeto casualmente posea, sino porque está en conexión dinámica (que incluye la espacial) a la vez con el objeto individual, por una parte, y con los sentidos o la memoria de la persona a la que sirve de signo, por la otra”.
Después de poner algunos ejemplos de índice, Pierce sintetiza tres características distintivas:
Los Índices pueden ser distinguidos de otros signos, o representaciones, por tres señales características:
– primero, que no tienen un parecido significativo con sus objetos.
– segundo, que se refieren a individuos, unidades individuales, colecciones individuales de unidades, o continuos individuales.
– tercero, que dirigen la atención hacia sus objetos mediante una coacción (compulsión) ciega.
Fuente: Apuntes de Semiótica de la U de Londres