Influencia política de las logias Masónicas
La Edad Media se denominaban masones a los albañiles. Los integrantes de este grupo contaban con una serie de reglamentos internos estrictos, mediante los cuales se transmitían los secretos del diseño de la construcción de grandes obras. Con el tiempo se crearon hermandades en las que se enseñaba y practicaba una doctrina secreta de sus respectivos oficios y artes. Dado que uno de sus propósitos era el descubrimiento de la verdad por encima de los dogmas, esto le permitió convertirse en una sociedad secreta.
Donde se discutían toda clase de conocimientos científicos, filosóficos y literarios.
A comienzos del siglo XIX, la masonería llega a nuestro país, donde, al no existir estructuras políticas fuertes, dichas organizaciones asumieron la función de organizar la participación política de los grupos que detentaban o aspiraban al poder.
Por su parte, la inmensa mayoría de la población permaneció prácticamente excluida de los procesos políticos, aunque no dejaron de resentir los efectos negativos de éstos.
Las primeras logias se agruparon en torno al «rito escocés», articularon la publicación de la Constitución de Cádiz por parte del virrey Ruíz de Apodaca y posteriormente la oposición a Iturbide. Entre los miembros de esta agrupación política destacan Nicolás Bravo, Miguel Barragán, Anastasio Bustamante y Lucas Alemán.
Los «yorkinos» manifestaron su adhesión al federalismo, dando origen posteriormente al denominado partido liberal o federalista. Entre sus miembros destacan: José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala, Vicente Guerrero, Gómez Farías y Ramos Arizpe.
Problemas internacionales
El Castillo de San Juan de Ulúa, frente al puerto de Veracruz, se había convertido en el último baluarte de los españoles en tierras mexicanas y desde esta posición habían bombardeado al puerto haciendo necesario su cierre y su cambio a Alvarado. Por lo que, en 1825 las tropas nacionales encabezadas por el capitán Pedro Sáenz de Baranda y Miguel Barragán iniciaron el asedio de la guarnición española del Castillo, consiguiendo la capitulación de San Juan de Ulúa en noviembre de 1825.
En 1827 se descubre una conspiración articulada por los españoles, encabezada por el sacerdote Joaquín Arenas y los generales Echávarri y Negrete, con el fin de promover un levantamiento armado para reintegrar nuestro país al imperio Español, los promotores fueron desterrados del país.
En 1829 una expedición española dirigida por el general Isidro Barrandas desembarcó en Tampico con el objetivo de iniciar la reconquista de México, ésta fue derrotada prontamente por las tropas mexicanas dirigidas por López de Santa Anna y Manuel Mier y Terán.
Tras la independencia, la República Mexicana llevó a cabo acciones para su reconocimiento como nación libre y soberana. Las primeras naciones en reconocer a nuestro país fueron Chile, Perú y Colombia. Posteriormente, en 1822, el gobierno norteamericano manda a un representante, Joel R. Poinsett, con el encargo de informar sobre la situación política de México y acordar los mecanismos para el establecimiento de relaciones diplomáticas en los primeros meses de 1825 cuando se firma un tratado de amistad y comercio.
En 1826 México participa en el Congreso de Panamá, realizado a partir de una iniciativa del libertador Simón Bolívar, junto con Guatemala, Perú y la Gran Colombia. Dicha reunión tenia la finalidad de formar una alianza ofensiva y defensiva contra posibles agresiones extranjeras.
La adopción del centralismo, encabezada por el gobernador García Salinas, y la articulada en el sur del país encabezada por el general Juan Álvarez. Todas fueron sofocadas de manera violenta.
En diciembre de 1836 se promulgaron las Siete Leyes Constitucionales, que establecían el régimen de centralización gubernamental y administrativa en el país.
La primera ley se refería a los derechos y deberes de los ciudadanos y establecía la obligación de la religión católica. La segunda creó el Supremo Poder Conservador el cual podía declarar la incapacidad física o moral de los tres poderes de la República (ejecutivo, legislativo y judicial). Las leyes correspondientes a la 3a. 4a. y 5a. organizaban los poderes de la Unión, fijando los procedimientos de su elección y sus atribuciones.
La sexta ley establecía la división del territorio en departamentos, y la supresión de legislaturas locales, las cuales serían sustituidas por juntas departamentales.
En abril de 1837 fue elegido por segunda vez como presidente el general Anastasio Bustamante, por un periodo de ocho años de acuerdo con los ordenamientos de las Siete Leyes.
En julio de 1840 un levantamiento liberal encabezado por Gómez Farías tomó por algunos días la capital, sin tener éxito en sus propósitos de derrocar al grupo conservador del poder. En agosto de 1841, en Guadalajara, el general Paredes Arrillagan proclamó un Plan que pedía la convocatoria de un Congreso para reformar la carta magna y declaraba a Bustamante incapacitado para detentar el poder ejecutivo.
La revuelta se extendió rápidamente por lo que Bustamante se vio obligado a negociar con Paredes y López de Santa Anna, firmando un armisticio. Se nombró presidente provisional a López de Santa Anna en octubre de 1841.
En junio de 1842, se reunió un nuevo Congreso, formado en su mayoría por elementos liberales, los que emitieron un proyecto de Constitución con matices federalistas. Este Congreso fue disuelto antes de ser aprobado el nuevo código legal de la República. El gobierno conservador conformó una Junta Nacional Legislativa, que se encargó de formular las Bases de Organización Política de la República Mexicana, código con matices conservadores, en junio de 1843.
En noviembre de 1844, en Guadalajara, el general Mariano Paredes Arrillaga expidió un manifiesto donde hacia patente la miseria del ejército y criticaba el desarrollo del gobierno, así como los excesos de poder de López de Santa Anna. Al pronunciamiento de Guadalajara prosiguieron los de Puebla, Querétaro, y México, por lo que López de Santa Anna emprendió una campaña militar para sofocar la rebelión, dejando como presidente interino a Valentín Canalizo.
En diciembre de 1844, López de Santa Anna expide un decreto por el cual suspende las atribuciones de las Cámaras y convierte al ejecutivo en dictador mientras se restablecía el orden. Este decreto produjo un disgusto general y las autoridades políticas de la República desconocieron al Ejecutivo, nombrando como presidente a José Joaquín Herrera.
López de Santa Anna intenta negociar con el gobierno de Herrera, al no conseguir ningún acuerdo emprende una campaña militar para derrocar a los sublevados pero es derrotado y desterrado del país en junio de 1845.
Durante el periodo presidencial de Herrera se produjeron dificultades entre México y los Estados Unidos por las pretensiones de anexar Texas al territorio norteamericano, formándose dos corrientes de opinión dentro del gobierno: los partidarios por la paz negociada y los partidarios por la guerra con los Estados Unidos. Herrera era partidario por la negociación de la paz, puesto que juzgaba difícil derrotar militarmente a los Estados Unidos, así como la dificultad de obtener del gobierno central financiamiento para el enfrentamiento armado.
A fines de 1845, el presidente Herrera no tiene más opción que mandar un ejército para Texas bajo las órdenes de Paredes Arrillaga. Sin embargo, en diciembre de ese año, en San Luis Potosí, el general Paredes se pronuncia en contra del ejecutivo y el legislativo con el pretexto de que ambos poderes habían querido evitar la guerra contra los Estados Unidos. Este pronunciamiento fue secundado rápidamente por una parte del ejército mexicano, derrotando al gobierno de Herrera. En enero de 1846, una junta de militares nombra a Paredes presidente Interino.
El triunfo del levantamiento liberal, el general Salas convocó un Congreso que declaró el restablecimiento de la Constitución Federal de 1824, y se nombran como presidente a López de Santa Anna y como vicepresidente a Gómez Farías, en diciembre de 1846, con lo cual se concluye el régimen conservador.