Juana Azurduy
Heroína de la independencia de Bolivia, nació el 12 de julio de 1780 en Chuquisaca (ciudad de la entonces provincia del Alto Perú, que desde 1776 pertenecía al virreinato de La Plata), hija de Matías Azurduy, rico criollo, y Eulalia Bermúdez, indígena. Se crió en el campo, al lado del padre, pues doña Eulalia murió cuando la niña tenía siete años. Poco después también quedó huérfana de padre.
Sus tíos y tutores determinaron que fuera monja y la ingresaron al convento de Santa Teresa, del que salió a los 17 años tras una tormentosa disputa con la superiora. Poco después contrajo matrimonio con su vecino y amigo de la infancia, Manuel Ascencio Padilla.
Ambos simpatizaban con las ideas libertarias de un círculo de jóvenes bonaerenses partidarios de sacudirse la dominación española y no vacilaron en unirse a la causa independentista en 1810.
Al estallar la rebelión en Chuquisaca, La Paz y Cochabamba, Juana y su esposo, junto con sus hijos, viven huyendo y peleando como guerrilleros.
Por su origen, la notable mujer encontró la solidaridad de los indígenas, que incluso combatieron a las órdenes de ella contra los realistas.
Las penalidades de semejante vida le arrebataron a cuatro hijos, pero ni por eso cejó en su empeño. Alcanzó el grado de teniente coronel en el ejército libertador argentino. Su esposo, Manuel Ascencio Padilla, Fue asesinado en 1816.
En 1825, ya independizada Bolivia, regresó a Chuquisaca en compañía de Luisa, su única hija superviviente, y allí vivió en la mayor pobreza hasta 1862. Sus restos fueron sepultados en la fosa Común.