La asignación de recursos financieros y la administración de activos y pasivos
Las empresas deben de retener una cierta cantidad de los ingresos que obtienen normalmente con el objeto de mantener su capital a un nivel determinado, el proceso por el cual se efectúa ésta retención consiste en incrementar reservas de activo y de pasivo con cargo a los gastos del ejercicio.
Al calcular el ingreso neto, la empresa ha incluido dentro de los gastos de operación esos conceptos que, aunque se considera han sido incurridos o se espera incurrir en ellos, no motivarán de inmediato un desembolso sino hasta después de un determinado periodo.
Así por ejemplo, la depreciación se está considerando anualmente como integrante del costo de operación, no obstante que ningún desembolso se realice.
El lapso comprendido desde la creación de la reserva hasta su aplicación permite a la empresa utilizar esos fondos en otro propósito diferente al que les dio origen, constituyendo así un autofinanciamiento temporal.
Este financiamiento, por constituirse con recursos generados por la misma empresa, representa propiamente un autofinanciamiento, el cual toma las características de un ahorro para mantenimiento por el hecho de que su destino será finalmente la recuperación de ciertos gastos incurridos y no el enriquecimiento de la empresa.
Dicho en otros términos; las reservas de activo y de pasivo se constituyen por costos y por gastos, no por utilidades.
En el caso de que las provisiones que reflejen éste autofinanciamiento se incrementen de acuerdo con sus aplicaciones, esto es, vayan guardando más o menos el mismo saldo, los recursos que ellas integran quedarán constantemente en la empresa.
En caso contrario, es decir, cuando ya no vuelvan a incrementarse, el financiamiento que suministra a la empresa será solamente durante un cierto periodo, mismo que se inicia con la obtención de los ingresos y que finaliza en la cancelación de la provisión.
Al medir la importancia de la aportación que realiza cada una de las reservas de activo y de pasivo al financiamiento de la empresa, se observa que la reserva para la depreciación es la que ocupa el primer lugar, en virtud de que constituye los recursos necesarios para reponer las inversiones de carácter permanente.
Los recursos que se retienen en la empresa para constituir la provisión para depreciación pueden haber sido aplicados a una gran variedad de conceptos. Ellos pueden estar integrados en las cuentas por cobrar, haber financiado la expansión de los inventarios, haber servido a ciertas adquisiciones de activo fijo, o bien al pago de determinadas obligaciones.
Fuente: Apuntes de Administración de Pymes de la FCA de la UNAM