La individuación
Se denomina «individuación» al proceso por el que se facilita el desarrollo de las diferentes partes de la personalidad.
La meta de la individuación es por un lado liberar al si-mismo de las falsas defensas de la Persona (complejo de las máscaras o roles) y del otro del ánima inconsciente y sus imágenes.
En el proceso de individuación se logra una integración intermedia entre el nivel consciente y el inconsciente, favoreciendo el desarrollo de la personalidad.
Jung rechaza las fases del desarrollo psicosexual de Freud, al funcionar la libido en su modelo de modo diferente. Los primeros años del niño, hasta los cinco, sirven para adquirir las habilidades básicas de autoprotección, como el andar, caminar, hablar, todas ellas encaminadas a sobrevivir.
Alrededor de los cinco años la libido se desplaza hacia los intereses sexuales. Hacia los veinte años el individuo elige a su cónyuge, forma una familia y se establece en una ocupación. Hasta entonces el individuo se ha volcado en el mundo externo, en su modo de «extroversión».
A la edad de los últimos treinta y primeros cuarenta años, tiene lugar los grandes cambios. El individuo se vuelve en «introversión» hacia los valores espirituales, religiosos o morales.
Si el individuo atiende a estos valores internos, gobernados por sus arquetipos inconscientes, quizás tenga que abandonar en cierto modo los estándares externos del éxito y las ganancias materiales, pero aumentará su creatividad interior y su madurez psíquica.
El concepto de individuación implica el equilibrio y armonización de la psique, la búsqueda de la realización del propio ser como proceso arquetipal (Rubino, 1995).
La posibilidad de integrar la totalidad de lo profundo, del inconsciente colectivo, se aparta de la concepción freudiana del inconsciente reprimido y de la psicopatología, hacia la opción de la creatividad y el desarrollo personal, la autorrealización.
Para los jungianos, la única posibilidad que tiene el hombre de salir de la angustia y vacío del mundo moderno, es abrirse a los mensajes de crecimiento personal que proporciona el inconsciente universal y objetivo, los mensajes del inconsciente colectivo.
La tragedia moderna supone no ya una represión del deseo sexual como proponía Freud, sino una «represión ontológica» (Rubino, 1995), que aparta al hombre y su conciencia de la riqueza de su propio mundo interior creativo, de sus propias capacidades y potencial de su inconsciente.
El único camino es apartarse de la ilusión (Maya) del mundo moderno y experimentar las fuerzas «numinosas» (espirituales), las verdades universales y eternas, que residen en su inconsciente colectivo. La psicoterapia, la autoexploración y el análisis de los arquetipos en las mitologías y acciones humanas, se convierten así en fuerzas de crecimiento personal y colectivo.
Fuente: Apuntes Análisis del discurso visual de la U de Londres