La Radio Informativa
La radio se ha constituido en el principal generador y formador de opinión pública y se convierte progresivamente en un espacio para la expresión de la diversidad social y política, y además se constituye en el medio de comunicación, por el cual más de la tercera parte de la población se entera de lo que acontece en el país, como en el mundo entero.
Esta nueva función social, muy diferente de aquella relacionada con la formación de una cultura de masas de carácter nacional, modifica pues, algunos elementos del juego en el campo de legitimidad con las audiencias y formatos claramente identificables por ambos.
Sus productos son espacios hablados, de participación directa o telefónica de las audiencias; el uso constante de los llamados géneros periodísticos destacando las columnas radiofónicas, los reportajes, las entrevistas, etc.
La relación de estos con las audiencias, también desata mecanismos de legitimación muy diferentes de aquellos que desataban los conciertos en vivo, las radionovelas o las parrillas musicales.
La legitimidad de los espacios hablados, tiene que ver directamente con el patrimonio o defensa de la verdad, o con el deseo de y semejanza con la verdad, necesidad de justicia, de denuncia, de respaldo de grandes sectores sociales respecto de las arbitrariedades del gobierno.
Es decir, pone de manifiesto la necesidad de ampliar las libertades públicas y defender al individuo respecto del poder social. El derecho a decir y ser escuchados, que subyace a los hábitos de audiencia puede estar cimentado en dos variantes de sentido:
– Tener la verdad.
– Tener la valentía para denunciarla y decirla.
¿Quién tiene, entonces, el patrimonio de la verdad y la valentía? Parecen preguntarse todos los días periodistas radiofónicos de cara a sus audiencias y a los otros medios.
Las estrategias para demostrar la verdad y la valentía, como efectos de sentido, son diferentes según la madurez del campo comunicativo, las exigencias de las audiencias, la competencia entre comunicadores y las capacidades para el juego.
En el campo periodístico, el mito de la objetividad nace con la consolidación de la relación entre la prensa, publicidad y el desarrollo de la prensa como negocio, enarbolando como máximo valor de cambio la «independencia» respecto de los hechos políticos.
Uno de los elementos de control de la «credibilidad de la verdad periodística» es la separación entre los géneros de opinión y los informativos que generan sus efectos de sentido, mediante técnicas de redacción específicas como: la eliminación de adjetivos y predominancia de verbos y nombres, la descripción de los hechos mediante preguntas básicas de observación incuestionables, la verificación de fuentes informativas, etc.
Es decir, la construcción del hecho y de la opinión supone la existencia de gramáticas y estructuras especiales, que deben ser compartidas por los productores y por los reproductores.
Fuente: Apuntes de Mercadotecnia y Publicidad de la Universidad de Londres